En 2016 el director iraní Asghar Farhadi, ganó su segundo Oscar, por Mejor película de habla no inglesa por The Salesman (El viajante). Farhadi, ya había obtenido el mismo galardón en 2012 por Nader y Simin, una separación . El director irançí no acudió a la ceremonia de los premios Oscar de 2017, en protesta por la prohibición decretada por Donald Trump, contra el ingreso de personas de siete países de mayoría musulmana.
La astronauta Anousheh Ansari y la científica de la NASA Firouz Naderi aceptaron el premio de mejor película extranjera en representación de Farhadi y leyeron su discurso:
«Lo siento por no estar aquí esta noche. Este premio es para todos los demás países que no han sido tratados con respeto… esto hace que los países se sientan fuera.. los cineastas queremos crear una empatía con nuestra cámara, una empatía que necesitamos más que nunca»
Desde que Persia se convirtió en Irán, la República islámica teocrática en 1979, gracias a la revolución islámica que derrocó la monarquía, los cambios culturales que se han producido en la sociedad iraní son profundos.
Aunque con apariencia aperturista y ficticia modernidad, que esconde lo más retrógrado, año tras año las autoridades políticas, de carácter oligárquico y religioso, sabiendo del poder del cine como instrumento de difusión cultural y control de las ideas, ejercen un control férreo sobre la libertad creadora y artística de sus ciudadanos. Sobre todo, en un país con un alto porcentaje de analfabetos ( del orden de un 11% en hombres y un 22% en mujeres) que ven cine y televisión como única fuente de ilustración.
«Me duele mucho lo que pasa en mi país, pero no me puedo marchar» Abbas Kiarostami
Mucho saben los creadores iraníes sobre la censura en su país y en especial el cine, que es escudriñado por partida doble, lo que contiene y lo que no incluye . Los miembros de la Comisión de cultura y Cine Islámico, estudian minuciosamente los guiones, las imágenes y los diálogos, eliminando cualquier alabanza a las ideas occidentales, conductas delictivas y toda imagen erótica, considerada pornografía, según la rígida moral islámica.
Hay un gran historial de directores de cine iraníes, castigados con prohibiciones de exhibición de sus películas a nivel nacional, importantes multas económicas e incluso penas de cárcel e inhabilitaciones para ejercer la profesión de cineasta, durante años.
Mención especial para el director Jafar Panahi, condenado por el régimen de Hasán Rouhaní a dos años de cárcel, previo al arresto domiciliario y 20 años de inhabilitación para hacer cine. Se le negó la autorización a salir del país, para recoger el Oso de Oro a mejor película por Taxi Teherán en 2015.
Otros directores como Mohsen Makhmalbaf, su esposa la también directora Marziyeh Meshkini y sus hijas también con películas en su haber, Samira y Hana Makhmalbaf, decidieron exiliarse en París y luchar activamente por la estructuración de la industria y cultura cinematográfica en distintos países islámicos.
En la década de los 90, cuando el cine mundial abandonaba el celuloide y abrazaba la tecnología digital y el cine fantástico, un grupo de cineastas, encabezados por Abbas Kiarostami, rodaban apasionadamente sobre las emociones del mundo real. La predilección por los elementos visuales y narrativos del nuevo cine iraní, sobre la vida cotidiana, familia, trabajo o la infancia, siempre desde la perspectiva individual, cautivó al público internacional.
Creo necesaria esta larga introducción, para comprender el cine iraní actual y decodificar el mensaje del film de Asghar Farhadi, que ha podido superar las distintas censuras de las autoridades iraníes.
En El viajante , Farhadi nos muestra a un joven matrimonio, de nuevo su pareja fetiche formada por Shahab Hosseini y Taran Alidooshi, presentes también en A propósito de Elly, que deben abandonar precipitadamente su piso en el centro de Teherán, por amenaza de derrumbe y se instalarán en el piso de un amigo.
Al igual que en la película mencionada, la historia oscila alrededor de la existencia de una mujer, la inquilina anterior, cuya presencia no se muestra y es núcleo argumental para que la historia progrese. La joven pareja, es aficionada al teatro y durante la película están representando de un modo amateur La muerte de un viajante de Arthur Miller, produciéndose un cierto paralelismo con los hechos reales.
No creo que la obra haya sido escogida al azar La muerte de un viajante representa lo peor del mundo occidental, la decadencia del sueño americano y la exaltación de que «el fin justifica los medios» . Una caricatura de la sociedad de consumo, la derrota económica, el culto a la estética, la distorsión del núcleo familiar, la insignificancia de las virtudes y los principios morales.
Farhadi enfrenta al espectador a la realidad de la sociedad iraní: La profunda represión sexual, la drástica separación de géneros y la presión de las tradiciones religiosas, convierten a la mujer en un ser completamente extraño para los hombres. La mujer siempre aparece como culpable de las peores pulsiones de los hombres, son una tentación «con sus actitudes provocadoras y comportamiento escandaloso». Ante los graves hechos ocurridos, Rana quería comprensión y Emad buscaba venganza.
Es una película que te encoge el alma, con el convencimiento que posteriores visualizaciones nos harán percibir nuevos matices, de una historia contada con tanta sutilidad que ha burlado todos los filtros de una censura miope, inepta y obtusa.