American Factory (2019): Lo peor del comunismo y del capitalismo de libre mercado

Es una excelente noticia que Barack y Michelle Obama seleccionaran el documental American Factory (2019) como la primera película lanzada en Netflix bajo su productora Higher Ground y no se equivocaron porque en la pasada Gala de entrega de los Oscar se llevó dicho galardón en la categoría de Mejor Documental. 

La película es pro sindicalista, pero no es propaganda. Es una crónica mordaz emocional y política del capitalismo, la propaganda, los valores en conflicto y los derechos laborales. Muestra la realidad económica actual, que une lo peor del comunismo, conviérdote en un engranaje zombie y lo peor del capitalismo de libre mercado, en el que eres eres prescindible en todos los sentidos.

Los veteranos cineastas Steven Bognar y Julia Reichert, que son pareja y viven a las afueras fuera de Dayton en Ohio, documentaron los últimos días de funcionamiento de la planta de GM (General Motors ) cuando cerró. Incluyeron la imagen del último camión que salió de la línea en su corto de 2009, « El último camión: cierre de una planta GM «. Esa imagen también aparece en American Factory, que vuelve a visitar la planta seis años después. Es una historia compleja que abarca varios años de la última crisis, profundamente conmovedora, oportuna y elegantemente editada, salta del continente americano al asiático y viceversa, al mismo tiempo que examina el pasado, presente y posible futuro de la mano de obra estadounidense. 

¿Cómo consiguieron los directores, Steven Bognar y Julia Reichert, un acceso tan íntimo a ambos lados de la historia? Por un lado, están los trabajadores estadounidenses de Dayton, cuando la fábrica de vidrio para automóviles Fuyao de Ohio, se hace cargo de una planta de GM que cerró en 2008, dejando a 20,000 personas sin trabajo, que  en muchos casos perdieron sus hogares. Por otro lado, están los jefes chinos de Fujianese (provincia de China) que están aumentando sus inversiones estadounidenses y esperan construir una fábrica tan «feliz», un concepto muy  resbaladizo, y tan rentable como sus contrapartes asiáticas.

American Factory comienza con una breve y afligida mirada al cierre de la planta que esboza el pasado y presagia los tiempos difíciles que se avecinan. La historia comienza en 2015 en medio del ajetreo optimista de nuevos comienzos, incluida una presentación del equipo chino de Fuyao, que realizará las entrevistas a los solicitantes de empleo estadounidenses.

Con detalles personales y barridos de cámara, los diálogos e imágenes, los cineastas establecen rápidamente una línea narrativa clara y potente a medida que la nueva empresa Fuyao Glass America despega y el optimismo de los trabajadores es palpable. Paralelamente, la historia nos muestra la entrada de los trabajadores chinos en la planta de fabricación y el encuentro entre ambos mundos. 

Los trabajadores estadounidenses abren sus hogares y sus corazones a los trabajadores chinos, les invitan a hacer barbacoas y les muestran cómo disparar escopetas y pistolas. A su vez, los trabajadores chinos, nos cuentan sus historias personales, incluido Wong He, un ingeniero de hornos callado y melancólico que habla conmovedoramente de su esposa e hijos en China, a los que ve una vez al año. 

Cada grupo hará sacrificios. Un trabajadora estadounidense declara que cuando cerró la planta de GM, estaba ganando más de 29 dólares/hora, mientras que Fuyao está pagando 12.84 dólares /hora y añade “Adiós a la clase media, a los zapatos nuevos para sus hijos”…. 

Pero de alguna manera los chinos, los mandos intermedios y varios cientos de trabajadores importados, tienen que hacer también un ajuste. Se les exige que asistan a clases para comprender a los estadounidenses, quienes, a diferencia de los chinos, “dicen lo que piensan directamente. Son muy obvios «. Los chinos aprenden que Estados Unidos es un lugar muy informal:» Incluso puedes bromear sobre el presidente «. 

A medida que la fábrica aumenta, el optimismo da paso a la inquietud, la disidencia y el miedo. Los trabajadores estadounidenses, parecen estar agradecidos por una nueva oportunidad, pero la ausencia de medidas de prevención de riesgos laborales hace que se empiecen a producir accidentes laborales. Además, para la administración china su producción es patética y observan que los trabajadores estadounidenses son «bastante lentos». 

El presidente de la compañía, Cao Dewang, mira a sus trabajadores estadounidenses, con su rostro rígido y sombrío, pues la filial norteamericana está perdiendo dinero y no está contento. A medida que aumenta su insatisfacción, la temperatura se enfría y la gestión se vuelve abiertamente hostil.  Por ello, el presidente Cao decide llevarse a una delegación estadounidense a visitar las instalaciones a la sede principal de Fuyao y el documental se traslada a China, para ver cómo trabaja la otra mitad de esta ecuación, que literalmente creen en:

 “Trabajar es vivir. Vivir es trabajar” 

Los estadounidenses visitantes, todos hombres, todos grandes y un tanto deslucidos parecen aturdidos. Ante la cámara, los chinos dicen estar orgullosos de trabajar 12 horas al día cuando sus contrapartes estadounidenses trabajarán solo ocho, y seis o  siete días a la semana en lugar de cinco. Sus hijos suelen estar lejos, viviendo con sus abuelos en la otra punta del país, pero podrán verlos algunas veces al año. 

El presidente Cao y sus semejantes no son malévolos, exactamente. Simplemente equiparan la productividad con la felicidad y esperan que los trabajadores estadounidenses no solo sientan lo mismo, sino que estén agradecidos por la oportunidad de experimentar dicha felicidad. Lo que Cao no comprende es que los estadounidenses ya no tienen fe en un contrato social. ¿Por qué delegar física y emocionalmente en una corporación extranjera, cuando las corporaciones estadounidenses no tienen absolutamente ninguna responsabilidad por el bienestar de sus empleados?

Los trabajadores norteamericanos, parecen “extrañamente” reacios a sufrir lesiones graves en el trabajo y quieren sindicalizarse. Pero el movimiento sindical es la línea divisoria, entre los comunistas reacios a los sindicatos, que defienden los derechos de los trabajadores y unas condiciones mínimas de trabajo, pero que supone un descenso  de la productividad. Finalmente llega el día de la votación sindical, con gran tensión, pero Fuyao ya ha pasado de un millón de estadounidenses que trabajan en los horrores de esta condiciones de trabajo.

A ojos de los chinos, los occidentales les damos a nuestros hijos demasiado aliento, demasiada autoestima.

«Los estadounidenses adoran ser halagados hasta la muerte», explica el nuevo presidente de la compañía, que nació en China pero que ha vivido la mitad de su vida aquí. «A los burros les gusta que les acaricien en la dirección en que les crece el pelo. A los chinos nos molesta acariciar burros, pero lo haremos durante todo el tiempo que sea necesario, hasta que los humanos que funcionan como máquinas sean reemplazados por máquinas reales”. 

FICHA TÉCNICA  

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