Monos (2019): Hay algo peor que ver morir a un niño y es verlo matar, son los niños soldado

Monos (2019) es la asombrosa película del director colombiano nacido en Sao Paulo (Brasil), Alejandro Landes. Constituye una fábula soberbiamente elaborada sobre niños soldados, en un paraje latinoamericano indómito y sin nombre, donde descubren en sus propios corazones la maldad y la crueldad más profunda y oscura. 

No es la primera vez que llega a las pantallas de cine un cine colombiano de muy buena factura, provocativo en su temática y visualmente de gran belleza. Lo pudimos comprobar con El abrazo de la serpiente (2015) dirigido por Ciro Guerra y nominada a Mejor Película de habla no inglesa de los Premios Oscar, con una impactante cinematografía en blanco y negro. Un viaje etnográfico al corazón de la Amazonía, que constituye una exploración fascinante del ser humano, la naturaleza y los poderes destructivos del colonialismo.

También nos llegó de Colombia la maravillosa película Pájaros de Verano (2018)  dirigida por Cristina Gallego, un relato sorprendente, original, poético y con una puesta en escena de gran belleza. Constituye un atípico thriller art-house sobre los inicios del narcotráfico en la región de La Guajira de la Costa Norte Colombiana, narrado como si fuera un documento etnográfico sobre el pueblo indígena de los wayúu

La película de Alejandro Landes comienza mostrando la cima de una imponente montaña, en un bunker de aspecto militar, donde ocho niños soldado apodados Los Monos conviven bajo la atenta mirada de un sargento paramilitar. Su única misión es custodiar a una ingeniera estadounidense blanca a la que llaman La doctora (interpretada muy convincentemente por Julianne Nicholson), a la que la milicia ha capturado como rehén y a una vaca lechera llamada Shakira  

Los niños de la cima son soldados rasos y de escasa experiencia, a los que se encargan tareas de poca relevancia, son peones prescindibles, pero inicialmente hay una especie de estabilidad salvaje bajo el liderazgo de Lobo, a quien su diminuto sargento e instructor de entrenamiento al que llaman Mensajero (interpretado por Wilson Salazar, un auténtico ex guerrillero) ha dejado a cargo del pequeño pelotón.

Con la intención de controlar a sus reclutas y hacer videos de prueba de vida de la rehén, las visitas de Mensajero son poco frecuentes, pero él representa a una autoridad adulta inviolable como su único contacto real con la milicia rebelde conocida como «La Organización» de la cual los Monos son nominalmente una unidad. Y así, cuando la hermosa vaca lechera que deja bajo su cuidado, es abatida accidentalmente durante las celebraciones bacanal de la “boda” de Lobo y Leidi, se desata una profunda crisis  

Estos niños soldado, adoptan nombres de guerra como: Rambo (Sofía Buenaventura) de aspecto andrógino y sexo indiferenciado, Boom-boom (Sneider Castro), Leidi (Karen Quintero), Perro (Paul Kubides), Lobo (Julian Giraldo), Sueca (Laura Castrillón), Pitufo (Deiby Rueda)  y Patagrande (Moises Arias). 

El director entrevistó a más de 800 chicos y chicas de toda Colombia, sin formación en interpretación y finalmente seleccionaron 25 o 30 y creando un simulacro de campamento de entrenamiento básico. Tenían algunos ejercicios de improvisación y actuación por la mañana y luego ejercicios militares en la tarde, practicando  formaciones descalzos y aprendiendo a moverse al estilo guerrillero. Durante estos días de entrenamiento realmente duros, el director comenzó a ver la dinámica del grupo.

A veces, la cámara es como un ojo divino, creando vistas panorámicas majestuosas y de aspecto sagrado que miran hacia bancos flotantes de nubes perforadas solo por las cimas de las montañas, recortando una pequeña silueta armada y a contraluz. Otras veces, las imágenes son abstractas, como una larga secuencia subacuática en la que las burbujas se arremolinan a través de aguas azules agitadas como corpúsculos de sangre o figuras fantasmagóricas mediante las gafas de visión nocturna. 

Todo ello gracias al acierto del director de fotografía holandés Jasper Wolf

“Las montañas tenían que sentirse vastas, frías y estériles, que el espectador comprenda que no puedes salir de allí. Esa naturaleza tenía que ser una prisión para los niños soldado y los rehenes” 

Lo contrario que en las escenas de la jungla, el director de fotografía simplemente rodea al grupo con un muro de vegetación, nunca se sabe qué peligro hay entre los árboles. 

«Habíamos pensado que solo se viera el cielo allí cuando la libertad se sienta, o cuando los adolescentes parezcan niños nuevamente durante sus juegos».

Este punto de vista constantemente inestable le da a la película un enfoque cambiante, reflejado en que primero Lobo es el protagonista, después es La Doctora intentando escapar, después Patagrande que se transforma en un diminuto coronel Kurtz, que nos recuerda a algunos aspectos a la famosa novela de Joseph Conrad El corazón de las tinieblas. Su director, Alejandro Landes, reflexiona con dureza sobre la guerrilla colombiana, en este viaje salvaje e hipnótico a través de la selva que por momentos nos rememora al clásico de Coppola Apocalypse Now.

Quería que la película fuera muy explícita e íntima, pero que trascendiera el tiempo y las fronteras como El señor de las Moscas o El corazón en tinieblas de Joseph Conrad”

Finalmente, la historia se centra alrededor del niño/niña Rambo, que llega a representar la pequeña llamarada de humanidad temerosa y esperanzada que permanece dentro de todos ellos: los niños, las niñas, los matones, las víctimas, en medio de tanta crueldad y desesperación.

En un mundo donde se cree que hay unos 250,000 niños soldados, quizás sea sorprendente que no veamos más películas que traten sus historias y dificultades. A Rebelde (War Witch, 2012) de Kim Nguyen y Beast of No Nation (2015) de Cary Fukunaga, ahora podemos agregar el notable Monos Alejandro Landes, una película que evita la exposición y un contexto sociopolítico concreto: el escenario es probablemente Colombia, pero esto nunca se confirma, para priorizar un marco que muestre el estado de ánimo y entorno de los niños soldado, buscando encontrar un medio para dramatizar la confusión y el caos experimentado por sus combatientes adolescentes. Después de entrevistar a numerosos ex- guerrilleros, el director concluye:

“ Los niños soldado no tienen ninguna ideología proceden de una profunda desigualdad  social que es real, del abandono, el narcotráfico y todo ello ha convertido la lucha en un acto mercenario”

La cantautora británica Mica Levi (Jackie, Under the Skin) proporciona una partitura áspera, en la que los sonidos de la jungla se fusionan con el misterioso redoble de percusión de la música, acentuando la sensación de atrapamiento y premonición. Ella se conectó inmediatamente con el espíritu de la película: los rostros, los lugares, los colores. También se quería diferenciar a cada personaje, para que los personajes tuvieran su propio sonido.

Los gigantescos tambores de las montañas retumban bajo pequeñas tuberías ondulantes, y sobre las imágenes de una selva interminable y peligrosa nos inundan los ruidos industriales que suenan como el latir de las turbinas o el golpeteo de las hélices de un helicóptero. Sin embargo, en realidad solo hay 21 ó 22 minutos de música en toda la película, pero que llenan el todo. 

El tramo final nos lleva al aspecto más convincente de esta película única y fascinante, la extraña sensación de estar perdido en el tiempo y el espacio. Aunque en medio de la frondosa e inhóspita selva, el director nos muestra la vida cotidiana de una familia, a través de una máquina de coser, una cámara de video, un televisor con un documental sobre la producción de Ositos de Goma en Alemania y unos niños jugando alegres y despreocupados protegidos por sus padres, la brutalidad les acabará alcanzando de una forma violenta y despiadada. 

¿Son esos niños aterrorizados, el relevo de Rambo, Patagrande o Laidi ? ¿Se convertirán en los futuros niños soldado de infancia robada y comportamiento salvaje? ¿Existe futuro para estos niños soldados en su reinserción en una sociedad sin guerra? ¿Está preparada la sociedad colombiana para la paz?

El director tenía claro cómo quería contar su historia de guerrillas:

“En la guerra de hoy en día hay como una gran bruma, una neblina, todo está muy fragmentado, no sabes quién está peleando contra quién, por eso para mí era importante la idea de la organización y la alegoría porque es un país donde las líneas de conflicto son tan nublosas que me pareció más interesante ir al corazón de eso”

La película Monos que ganó el Premio Especial del Jurado en el Festival de Sundance, en palabras del propio director, es una reinterpretación moderna de “El señor de las moscas”(1954), que fue  la primera novela de William Golding y terminó siendo la más célebre. 

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