Examinar cuidadosamente la carrera de Raoul Walsh es como estudiar la historia del cine estadounidense, ya que las dos son casi de la misma longevidad e inexorablemente se encuentran entrelazadas.
El director de cine estadounidense, fue actor y miembro fundador de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMPAS), aunque jamás fue nominado a Mejor dirección, ni ninguna de sus obras estuvo en la categoría de Mejor película.
Raoul A. Walsh (1887 – 1980), nacía el 11 de Marzo en Nueva York como Albert Edward Walsh, en el seno de una familia de origen irlandés e inglés. Interesado desde pequeño por las novelas ambientadas en parajes exóticos, ni siquiera había terminado los estudios primarios cuando decidió embarcar en una nave rumbo a Cuba.
Más tarde, en 1903, trabajaría como domador de caballos en México y desempeñó otros muchos oficios cerca de la frontera de Texas, hasta que su hermano George, convertido en un prometedor intérprete cinematográfico, le reclamó a su lado para sumergirse en la aventura pionera que estaba desarrollándose en la soleada Hollywood.
En 1907 actuó en el teatro de San Antonio, poco después regresó a Nueva York (donde tomó el nombre de Raoul) y, en 1909, interpretó papeles de vaquero en películas mudas para los hermanos Pathé.
Raoul Walsh en la era del cine silente
Alrededor de 1913, comenzó a trabajar para D. W. Griffith en Biograph, primero como actor y un año más tarde se convirtió en su asistente. Cuando la compañía de Griffith dejó Biograph y se mudó a Hollywood, Griffith se llevó a Walsh a México para filmar Pancho Villa, que se incorporó a The Life of General Villa (1914), con Walsh codirigiendo e interpretando el papel de Villa joven, filmado en la Ciudad de México con Pancho Villa como protagonista y con las batallas actuales en curso filmadas en progreso y recreación.
En 1915, además de asistente de Griffith, Walsh dirigió no menos de 14 películas, incluyendo su primer largometraje Walsh de éxito Regeneración (1915) , posiblemente la primera película de gangsters, rodada en el distrito Bowery de Manhattan Basado en una novela de Owen Frawley Kildare (1864 – 1911) escritor estadounidense conocido a principios del siglo XX, por sus cuentos y novelas en los barrios pobres de la ciudad de Nueva York. Se le conocía como «El Kipling de Bowery». Ese mismo año, interpretó a John Wilkes Booth en la épica de Griffith The Birth of a Nation (1915), donde también fue asistente de dirección.
En su autobiografía, Walsh atribuye a D.W. Griffith su enseñanza sobre el arte del cine y las técnicas de gestión de la producción. Walsh se alistó como oficial en el ejército de los Estados Unidos durante la Primera Guerra Mundial. A su regreso dirigió la aclamada “El ladrón de Bagdad” (1924), basado en el clásico las 1000 y una noches, siendo la película más espectacular que realizó Douglas Fairbanks, y en la primera que Walsch tuvo control absoluto en todos los aspectos del film: Guión, producción y dirección. Técnicamente impresionante: decorados, efectos especiales, vestuario, un espectáculo visual, además de un guión complejo y bien resuelto. Una película para soñar y huir de la monótona realidad
El precio de la gloria (1926) Una maravillosa comedia antibelicista en la que con su genial saber hacer Walsh nos propone desde escenas de lo más desternillante, incluso cercana al slapstick, hasta el drama más descarnado. Con ese arte para contar historias mediante imágenes que nunca tendrá a representantes tan excelsos como Ford, Walsh o Hawks. La acción transcurre durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918), una compañía de marines estadounidenses se encuentra destacada en Francia bajo el mando del Capitán Flagg. Como los refuerzos que les llegan están formados por muchachos sin experiencia, Flagg solicita al alto mando un sargento mayor que se encargue de adiestrarlos antes de entrar en combate. Llega, entonces, el Sargento Quirt, un viejo rival de Flagg.
En el rodaje de la adaptación de W. Somerset Maugham, La frágil voluntad (Sadie Thompson,1928) actuó junto a Gloria Swanson y la película a duras penas consiguió sortear las férreas normas de censura que se estaban introduciendo en el mundo del cine de la mano de Will Hays, creador del famoso código que toma su apellido.
En la película En el viejo Arizona (1928) iba a interpretar el papel protagonista como Cisco Kid, pero durante un viaje de regreso a Los Ángeles desde Utah, un conejo saltó por el parabrisas del auto de Walsh, los cristales rotos golpearon la cara del director. (Se agregó vidrio de seguridad a los automóviles al año siguiente). El daño en el ojo derecho de Walsh requirió reemplazarlo en el papel principal, reescribir el guión y volver a filmar algunas escenas con un director diferente ( Irving Cummings) mientras Walsh se recuperaba.
Posteriormente, Walsh usó el parche en el ojo por el que era conocido, y finalmente perdió el ojo por completo. Algunas imágenes de Walsh, en escenas de persecución y tomas largas, permanecen en la película.
La transición de Raoul Walsh al cine sonoro
En los primeros días del cine sonoro la Fox, encargó a Walsh la dirección dirigió del primer espectáculo de pantalla panorámica, La gran jornada (1930) un épico western con localizaciones en todo el oeste americano y la primera película en la que Walsh descubre a John Wayne al mundo, aunque tuvo que esperar algunos años más antes de hacerse célebre, sobre todo a partir de “La diligencia” de John Ford.
En ella, un joven vaquero es el encargado de organizar una caravana de un numeroso grupo de colonos que pretenden atravesar el estado de Oregón. Durante el largo trayecto, tendrán que hacer frente a multitud de adversidades, como estampidas de búfalos, ríos que se desbordan o el ataque de los indios.
Un gran clásico de ese género que en el cine de Hollywood son las películas del Oeste y más concretamente aquellas dedicadas a la leyenda de los colonos que fundaron los Estados Unidos de América. En esta superproducción que contaba en la época con un monumental presupuesto, con la participación de 180 caravanas, 1800 caballos y mulas, numerosas reses y un ejército de extras.
A lo largo de su carrera Raoul Walsh realizó varias incursiones en el género western con grandes actores como: Robert Mitchum, Joel McCrea, Kirk Douglas, Gregory Peck, Rock Hudson, Clark Gable y, sobre todo, con Errol Flynn.
Raoul Walsh y el cine de gánsteres
Como director estrella de la 20th Century Fox, logró engrandecer y consolidar un nuevo género cinematográfico ambientado en el mundo de los gansters, que proliferaron en la américa de los años veinte. El género tiene como tema principal el crimen organizado y a diferencia de otros géneros cuyo tema central es el delito.
En el cine de gánsteres predomina el punto de vista del propio criminal, lo que hace que muchas de estas películas resulten moralmente ambiguas; en ocasiones, obras de este género han sido acusadas de glorificación de la violencia, por lo que han tenido frecuentes problemas con la censura.
En la película El arrabal (1933), de nuevo Walsh nos lleva al barrio de Bowery de Nueva York a finales del siglo XIX, un lugar que se había vuelto ruidoso y bullicioso hasta el punto de que era conocida como el ‘Livest Mile on the face of the globe’. La historia se centra en dos ciudadanos que sobresalen sobre el resto, tanto en relevancia social como económica, con personalidades antagónicas y comportamientos siempre en disputa.
Ya instalado en la Warner Brothers, volvió sobre el género en Los violentos años veinte (1939). Relato sobre los diferentes caminos que siguen tres veteranos que se conocen durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y se encuentran un país con la Ley Seca de los años veinte. Uno de ellos (Lynn) seguirá con decisión el buen camino; otro (James Cagney), amargado por la falta de futuro, no encuentra más salida que el contrabando ilegal de licor; el tercero (Humphrey Bogart) se convierte en un implacable gángster
La obra que culminó a Walsh como un director de historias de gangsters fue Al rojo vivo (1949). En ella narra la historia de Arthur «Cody» Jarret, un criminal psicópata, que padece una enfermiza fijación por su madre, Ma Jarret (Margaret Wycherly), que le colma de halagos, le anima en los momentos de abatimiento y le domina tiránicamente.
El protagonista padece, además, ataques de epilepsia y vive obsesionado por la posibilidad de acabar como su padre y su hermano totalmente inmersos en la locura. El médico de la prisión le diagnostica locura con tendencias criminales y asesinas, por lo que recomienda su internamiento en un manicomio.
Bajo la tutela de la madre, dirige una banda de facinerosos que obtienen dinero en atracos a mano armada con múltiples asesinatos. La película alcanza unos niveles elevados de violencia y una interpretación magistral de James Cagney, que se había apartado de los papeles de Gangsters durante siete años. Adaptación a la pantalla de la autora norteamericana, Virginia Kellogg, dos veces nominada como guionista; una de ellas en 1949 por esta obra.
La colaboración de Ida Lupino con Raoul Walsh
La actriz, directora y productora, que llegó a tener su propia compañía, The Filmmakers, Ida Lupino fue alguien que se sintió siempre “incómoda” con los cánones que la gran meca del cine intentaba imponer. Fue un referente en la complejidad del papel de la mujer en Hollywood y en el conflicto con las formas industriales del sector.
Con éste perfil nació una colaboración muy interesante con el director Raoul Walsh, creando unos personajes femeninos alejados del arquetipo de la época. Me gustan todas las colaboraciones entre Walsh y Lupino son películas con una marcada diferencia en la calidad de los personajes femeninos y en el entramado de la historia
En su segunda película juntos, después del musical Artistas y Modelos (1937) colaboraron en La pasión ciega (1940). Un drama noir sobre dos hermanos que tratan de abrirse camino por su cuenta como camioneros, son Joe y Paul Fabrini. Tras unos duros comienzos, las cosas comienzan a ir bien, pero la ambición de Joe y la aparición de una mujer obsesionada con él hará que todo se complique.
El último refugio (1941) es la tercera colaboración de Walsh con Ida Lupino y tercera también con Humphrey Bogart que se consagró como una gran estrella . Con guión de John Huston y William Riley Burnett, adapta la novela “High Sierra” (1940), del propio W. R. Burnett.
La película The man I love (1947) es una mezcla de géneros cine negro, musical y melodrama, siendo de las menos reconocidas de Walsh, con un personaje femenino maravilloso y prolija en el patetismo humano, tal vez la vena más rica del director.
En ella, Ida Lupino es la cantante de un Club de Manhattan que se dirige a Los Ángeles para reencontrarse con su familia y comenzar una nueva vida. Bruce Bennett es el músico del que se enamora, Robert Alda es el propietario mafioso del club que la contrata y acosa sexualmente y que jamás aceptará un no por respuesta.
El tándem Raoul Walsh/ Errol Flynn
El actor conocido por sus personajes de galán, aventurero temerario y héroe romántico, durante la Edad de Oro de Hollywood, fue considerado el sucesor natural de Douglas Fairbanks y alcanzó la fama mundial gracias a las colaboraciones con el director Raoul Walsh, que lo hicieron hasta en siete películas.
Las más relevantes y universales fueron:
La famosa película Murieron con las botas puestas (1941) sobre la personalidad de George Custer (Errol Flynn) desde que llega a la Academia de West Point, lleno de arrogancia y vanidad y que por su carácter indisciplinado le ocasionará numerosos problemas con sus superiores. Aunque debido a la acuciante necesidad de oficiales para la Guerra de Secesión (1861-1865), es enviado al frente.
Terminada la guerra, se casa con Beth (Olivia de Havilland), pero pronto le asignan un nuevo destino: la guerra contra los indios. Al frente del Séptimo de Caballería, el Coronel Custer se enfrentará a los indios de Caballo Loco (Anthony Quinn) en la loca batalla de Little Big Horn (Montana, 1876).
En su tercera colaboración Raoul Walsh dirigió Gentleman Jim (1942), la biografía del campeón de boxeo James J. Corbett. Conocido como ‘Gentleman Jim’, Corbett se convirtió en el primer campeón del mundo de los pesos pesados en 1892, cuando derrotó a John L. Sullivan, tras la entrada en vigor de las llamadas reglas de Queensberry. El guión es de Vincent Lawrence y Horace McCoy que adapta la autobiografía “The Roar of the Croad” (1925), de James J. Corbett (1866-1933). Tal vez una de las mejores películas sobre el boxeo y quizá la mejor de las siete colaboraciones entre Walsh y Flynn
El estallido de la Segunda Guerra Mundial provocó que Raoul Walsh pusiese en marcha una trilogía de filmes, todas ellas protagonizadas por Errol Flynn ( Jornada desesperada, 1942, Persecución en el Norte, 1943 y Tres días de gloria, 1944 ) de alto contenido ideológico, concebidos como arma de combate frente a la barbarie del nazismo. Esta tendencia hallaría su magnífico colofón en Objetivo: Birmania,1945 donde se reproducen con toda la épica posible los combates del frente aliado contra las tropas japonesas.
Objetivo Birmania (1945) Una de las mejores películas bélicas de todos los tiempos, con una idea original del que sería condenado por la Comisión de Actividades Antiamericanas el guionista Alvah Bessie y rodado íntegramente en el parque Los Angeles County Arboretum & Botanic Garden.
Un grupo de hombres se lanza en paracaídas a una Birmania ocupada por japoneses con una peligrosa e importante misión: localizar y explotar una estación de radar. Consiguen su objetivo, pero cuando intentan volver a su base, tienen que hacer un largo y difícil camino de regreso a través de la jungla ocupada por el enemigo.
Raoul Walsh y el cine de aventuras
Su interés, como dijo él mismo, era filmar como un pintor pinta y lo hacía de forma exuberante, pasional y de forma sencilla, honesta y directa, señalando siempre los gestos, los desplazamientos, las miradas de los distintos personajes en relación con un contexto preciso.
Siempre utilizó la técnica como una herramienta para narrar desde el sentimiento, la historia, no por la técnica en sí misma. Y el cine de aventuras fue su gran vocación
En la película El hidalgo de los mares (1951), narra las aventuras de Horatio Hornblower, héroe de una saga novelística sobre la marina británica en las guerras napoleónicas, escrita por Cecil Scott Forester y protagonizado por Gregory Peck. El propio Forester intervino en la elaboración de un guión que conjuga batallas navales, duelos de capa y espada y un romance central, pues según Walsh :
”En todas mis películas la historia gira siempre alrededor de las escenas de amor”
Con una fotografía excelente de Guy Green (Oscar por Great Expectations de David Lean) y unas maquetaciones y efectos de batallas extraordinarias.
De nuevo con Gregory Peck como protagonista firma ésta película El mundo en sus manos (1952) que representa el cine de aventuras con mayúsculas. La historia se inspira en la novela «The World In His Arms» (1952), la última de Rex E. Beach.
En 1850, el capitán de la goleta «La peregrina de Salem» Jonathan Clark, traslada desde Alaska a San Francisco un cargamento de valiosas pieles de foca. En el hotel en el que se aloja conoce y se enamora de la condesa rusa Marina Selanova, que trata de huir para evitar un matrimonio concertado por el zar con el pérfido príncipe Semyon.
El legado de Raoul Walsh
Después de siete décadas en activo, con 58 años de profesión y más de 84 títulos, Raoul Walsh realizó su última película Una trompeta lejana en 1964, aquejado de una mala salud, principalmente por la pérdida de visión.
Walsh dominaba el arte de “explicar una historia”, sabía dosificar los tiempos muertos con los de acción trepidante; describía con rapidez un paisaje o un decorado para integrarlo en la historia, sin realizar planos gratuitos y huecos e introducía a los personajes de forma ajustada sin perder tiempo en disquisiciones inútiles.
A pesar de su larga carrera Walsh fue «descubierto», primero por los franceses (en la década de 1960) y luego por la crítica estadounidense y británica (en la década de 1970).
Para estos críticos, las películas de acción de Walsh poseen una síntesis narrativa, gran sentido fílmico en la economía de los tiempos, energía dinámica en el filmar, pero su rapidez en pincelar psicologías de personajes, le valió la injusta acusación de simplista cuando en realidad era una cualidad de gran director.
Para entonces Raoul Walsh se había convertido en una leyenda de Hollywood, reconocido como el ejemplo de un maestro que trabajó con inteligencia y con una energía animal.