Con su Black Coal, Thin Ice, ganador del Festival de Berlín en 2014, el director chino Diao Yinan fusionó el estilo neo-noir con el realismo social para ofrecernos una extraña y potente combinación sobre un ex policía alcohólico que se involucra con una viuda negra, dejándonos un excelente ejemplo del nuevo noir chino continental.
En su última película El lago del ganso salvaje, el subtexto sociopolítico carece de la importancia del film anterior, aunque nos vuelve a mostrar un terrible estampa de los bajos fondos de la China actual y expresa un profundo deseo de mostrar cada símbolo que ha definido ese subgénero en los últimos años y de cómo el director imagina el cine negro perteneciente a un sórdido suburbio de una ciudad cualquiera de China.
La película de Diao no es la primera en mostrar la luz de los neones, las tiendas nocturnas de fideos y los oscuros callejones cubiertos de lluvia, el escenario ideal para una retorcida historia de gángsters y policías y hermosas mujeres de dudosas lealtades. Diao no parece ansiar la ambición novelística de La ceniza es el blanco más puro de Jia Zhangke o el viaje onírico de Largo viaje hacia la noche de Bi Gan, por nombrar a dos películas de la China continental que ofrecen distintas versión del neo-noir y toma prestados algunos de los elementos característicos del cine del director hongkonés Wong Kar-wai
En una noche lluviosa en una estación en las afueras de la ciudad china de Wuhan, una mujer con un paraguas transparente se acerca a un hombre con la cara magullada. El título original chino es Una cita en una estación en el Sur, ya que la acción en presente transcurre en dicha estación de trenes. Él es Zhou Zenong (Hu Ge), el líder de una banda organizada de ladrones de motocicletas y un fugitivo, ella es Liu Aiai (Gwei Lun-Mei, protagonista de Black Coal), una mujer que aparentemente se prestará a ayudarle. Para Zhou, todo comenzó a salir mal dos noches atrás, cuando uno de sus secuaces le disparó al líder de la pandilla rival, Cat’s Ear, en la rodilla con una pistola de bengalas en una reunión en el sótano del hotel Xingqindu.
El jefe local propuso que Zhou y el hermano gemelo de Cat’s Ear, llamado Cat’s Eye, resolvieran el asunto con una competición para ver cual de las dos bandas de maleantes podía robar una mayor cantidad de scooters. Pero, como en toda película noir, todo empezó a ir de mal en peor. El rufián llamado Pelirrojo, responsable del conflicto, perteneciente a la nada de Zhou resulta decapitado por la banda rival y Zhou escapa de los disparos dándose a la fuga. Sin embargo, en su huida confunde un control policial con uno de los pistoleros de Cat’s Eye y dispara su arma, matando a un policía .
El capitán de la policía local (Liao Fan, quien protagonizó Black Coal, Thin Ice y La ceniza es el blanco más puro) ofrece una recompensa de 300,000 yuanes por su captura y Zhou no solo se resigna a su fatal destino, sino que encuentra un camino para su redención personal. Ahora todo lo que necesita para ejecutar su plan, es encontrar a alguien en quien pueda confiar para entregarlo a la policía, reclamar el dinero de la recompensa y dárselo a la esposa y al hijo que abandonó por una vida criminal.
Liu Aiai (Gwei Lun-Mei), es una prostituta explotada por Hua Hua (Qi Dao), un proxeneta que opera en las playas del Lago del Ganso salvaje, conocidas como una las «bellezas de baño» que en China que ejercen su oficio cerca lagos y playas. Como la policía está rastreando las llamadas móviles de todos, los mafiosos le han encargado que se ponga en contacto con Zhou y lo traiga. Mientras tanto, tanto las autoridades quieren localizar a su ex esposa (Regina Wan) y a su hijo como forma de encontrar a Zhou. La red se está cerrando lentamente a su alrededor y Liu Aiai quiere salir de su triste vida y parece ver en la recompensa un medio para ese fin
Los flashbacks y la acción del presente nos dan algunas escenas muy impactantes, junto a otras bastante surrealistas, como una redada policial nocturna en un zoológico, nuevamente al amparo de la noche, donde los elefantes parpadean alarmados ante la intrusión y un tigre mira impasible un asesinato. En un momento, Zhou, que recibe bastantes golpes y balas durante el tiempo de ejecución de la película, es pionero en una técnica de auto vendaje.
Por otro lado, el omnipresente paraguas transparente se reinventa como un arma letal peculiarmente cinematográfico. La imagen de los policías encubiertos con zapatillas iluminadas que convergen alrededor del cuerpo de un gángster después de un tiroteo, antes de posar para una foto grupal con el cadáver, una ironía propia de Takeshi Kitano
Volviendo a trabajar con el director de fotografía Dong Jinsong, Diao muestra una gran capacidad para filmar lo íntimo, como en una escena de sexo en un bote que incluye a Liu escupiendo delicadamente el semen por el costado de la misma. Y puede filmar escenas a lo grande, con emocionantes persecuciones de motocicletas; una imagen sorprendente de policías buscando en un edificio semi demolido, su interior destripado abierto para ver como una casa de muñecas; y un enfrentamiento nocturno, en el que solo podemos distinguir el destello de las armas y el blanco punzante de los policías con suela de LED.
El director de fotografía Dong tiñe en rosa neón secuencias enteras, que palpitan con una sordidez particular bajo un diseño de sonido de tan preciso que a menudo transmite narrativa por sí mismo, a cargo de B6, el nickname de Lou Nanli (Shanghai, 1981) el DJ, productor musical, artista multimedia y diseñador gráfico chino, al que a menudo se le cita como uno de los pioneros de la música electrónica china. Todo ello acentuado con algunas opciones de banda sonora poco convencionales: un baile coreografiados al aire libre, improvisado nostálgico e irónico del pop dance dance kitsch, en este caso el tema de Boney M. «Rasputin».
Presentada en el Festival de Cannes, el director Yinan Diao nos vuelve a demostrar como desde dentro de un sistema sin libertades puede realizarse una crítica social y seguir filmando grandes películas. Quizás, como ya pasaba en Black Coal, de la que ésta es digna sucesora en fondo y forma, Yinan extiende su narrativa en sugerentes imágenes y sensaciones intensas, en las que exhibe su dominio técnico y visual al que une con un interesante guión y como ya viene demostrando desde sus primeros trabajos como Uniform (2003) o Night train (2007), se erige como uno de los grandes del cine chino de la actualidad.