Josef von Sternberg, el maestro de la fatalidad

El cineasta austríaco-estadounidense Josef von Sternberg, realizó con éxito la transición de la era silente al sonido y durante su carrera trabajó con la mayoría de los principales estudios de Hollywood. 

El cine de Sternberg se caracteriza por sus espectaculares composiciones pictóricas, su ambientación sobrecogedora, la iluminación de claroscuro y el movimiento implacable de la cámara, dotando a las escenas de gran intensidad emocional. El tema más recurrente en el cine de Sternberg es la lucha desesperada del individuo para mantener su dignidad, mientras cae fatalmente en la desgracia por un deseo irrefrenable o un amor destructivo. 

Nació como Jonás Sternberg el 29 de Mayo de 1894 en el seno de una empobrecida familia judía ortodoxa en Viena, que en ese momento formaba parte del Imperio austrohúngaro. Cuando Sternberg tenía tres años, su padre, se mudó a los Estados Unidos para buscar trabajo, su madre, y sus hijos se reunieron con él en América en 1901 cuando el joven Sternberg tenía siete años. En su emigración, se dice que von Sternberg dijo: 

«A nuestra llegada al Nuevo Mundo, fuimos retenidos por primera vez en la Isla Ellis, donde los agentes de inmigración nos inspeccionaron como a un rebaño de ganado”. 

Jonas asistió a una escuela pública hasta que junto a su madre y hermanos, regresó a Viena tres años después, al parecer huyendo del abuso y maltrato del padre. Aunque a lo largo de su vida, Sternberg recordaría con nostalgia algunos de los  «momentos más felices de su infancia» en Viena, los traumas de una niñez desgraciada formarían parte de sus películas.  

Cuando Jonás tenía catorce años, regresó con su madre a Queens, Nueva York y se estableció en los Estados Unidos. Dejó de asistir a la escuela secundaria y comenzó a trabajar en varias ocupaciones, incluido aprendiz de sombrerería, vendedor de chucherías de puerta en puerta y empleado de almacén en una fábrica de encajes. Cuando cumplió diecisiete años, el ahora convertido en «Josef» Sternberg se convirtió en empleado de la World Film Company en Fort Lee, Nueva Jersey. Allí, «limpió, parcheó y editó el material cinematográfico», mientras por la noche trabajaba como proyeccionista de cine y fue subiendo de categoría hasta convertirse en editor, escritor y asistente de dirección. 

Poco después de la Primera Guerra Mundial, Sternberg viajó por Europa, donde ocasionalmente trabajó como asistente de dirección. Así en 1919, Sternberg trabajó con el director Emile Chautard en The Mystery of the Yellow Room, por lo que apareció en los créditos oficiales como asistente de dirección. Sternberg mencionó a Chautard en sus memorias, recordando el valioso aprendizaje que recibió del director francés sobre fotografía, composición de la película y la importancia de establecer «la integridad espacial de sus imágenes». 

Este consejo llevó a Sternberg a desarrollar su característico «encuadre» del plano, que le  convertiría  en «el mejor maestro de la composición pictórica de la pantalla». En 1924 regresó a California convertido en un experimentado cineasta y se instaló en Hollywood como subdirector de Roy William Neill en la película By Divine Right . Durante el rodaje de ésta película Stenberg añadió el von a su apellido, seguramente para hacerlo sonar más preponderante.

Los inicios de Sternberg en Hollywood

Con 30 años, Sternberg tuvo la oportunidad de hacer su debut como director con The Salvation Hunters, una película independiente producida con el actor George K. Arthur. Era un retrato evocador de los bajos fondos portuarios, que von Sternberg presentó en un estilo documental, bastante diferente al estilo expresionista de sus películas posteriores.

La película causó una gran impresión en el actor, director y productor Charles Chaplin y en el coproductor Douglas Fairbanks, de United Artists, que decidieron distribuir la película, aunque con poco éxito de taquilla. Liberado de su contrato con United Artists, y considerado como un talento en ascenso en Hollywood, Sternberg fue buscado por los principales estudios de cine. Fue contratado por la MGM, pero el excesivo control del estudio sobre la rentabilidad de la producción, en detrimento de la calidad artística hizo que pronto rompieran su relación y abandonara la filmación de The masque Bride 

Cuando Sternberg regresó de una estancia en Europa. Charles Chaplin le llamó para dirigir un film que supusiera el regreso de su antigua dama, Edna Purviance. Chaplin quedó muy descontento con  la película que Sternberg creado con el director de fotografía Paul Ivano, una obra «altamente visual, casi expresionista», que carecía por completo del humanismo que Chaplin había previsto. El fracaso de la prometedora colaboración de Sternberg con Chaplin fue un golpe temporal a su reputación profesional. La película no se estrenó y todas las copias fueron destruidas 

En el verano de 1927, el productor de Paramount BP Schulberg ofreció, y Sternberg aceptó, un puesto como «asesor técnico para iluminación y fotografía». Gracias al trabajo realizado en la película Los hijos del divorcio, Paramount acordó que Sternberg filmara una gran producción basada en la historia del periodista Ben Hecht sobre los mafiosos de Chicago: La ley del hampa (Underworld, 1927). 

Está como la primera película de «gángsters», en la medida en que retrató a un criminal como protagonista, trágicamente destinado por la fatalidad a hundirse en un amor imposible, que le obligará a debatirse entre la lealtad y la pasión. Con el éxito de ésta película, Sternberg demostró su «potencial comercial» a los estudios, consiguiendo un enorme éxito de taquilla, resultando ganador del Oscar por Mejor guión original. Gracias a dicho éxito Paramount le proporcionó a Sternberg grandes presupuestos y es donde realizaría la mayor parte de sus películas.

Las películas que Sternberg creó para Paramount en los siguientes años nueve películas, que marcarían «el más prolífico» período «de su carrera y lo estableció como uno de los mejores cineastas de la era silente tardía. Aunque de las nueve películas que Sternberg completó en esta etapa, tan solo cuatro de ellas se han conservado.  La última orden (1928), por la que su protagonista Emil Jannings ganó un Oscar a Mejor actor, La redada  (1928) o El caso de Lena Smith (1929) 

Mi favorita de éste periodo es Los muelles de Nueva York (1928)  tal vez la más popular de las películas mudas de Sternberg, donde combina magistralmente una deslumbrante fotografía, un soberbio uso de los decorados y la luz con la que consigue una ambientación prodigiosa y la ambigua moral de los personajes, en un romance ambientado en sórdidos y brutales entornos de los muelles de Nueva York, con una Olga Baclanova maravillosa. 

Josef von Sternberg y su musa Marlene Dietrich 

Sternberg y Marlene Dietrich, rodaron juntos entre 1930 y 1935 siete memorables películas.  Preguntado por los críticos de Cahiers du cinéma en 1965 acerca del lugar que ocupa Marlene en su obra, el cineasta respondía lo siguiente: 

“No me digan que Marlene llena mi obra, que se ha apoderado de ella, que la posee y la impulsa… Marlene no es Marlene en mis películas; sépanlo ustedes, Marlene no es Marlene. Marlene soy yo, y ella lo sabe mejor que nadie”.

Todo empezó cuando Sternberg fue convocado a Berlín por el hermano del director de Paramount, que estaba en la  UFA en 1929, para dirigir a Emil Jannings en su primera producción sonora El ángel azul y que se convertiría en  «la película más importante» de la carrera de Sternberg. El director eligió a la entonces poco conocida Marlene Dietrich como Lola Lola, la protagonista femenina y némesis del profesor Immanuel Rath, cuya pasión por la joven cantante de cabaret lo reduciría a un despojo humano carente de dignidad. 

La película se filmó simultáneamente en inglés y alemán y Dietrich se convirtió en una estrella internacional de la noche a la mañana, de modo que antes de terminar el rodaje de la misma, la actriz firmó un contrato con  Paramount. 

Buscando capitalizar el inmenso éxito europeo de El Ángel azul , aunque todavía no se ha lanzado al público estadounidense, Paramount lanzó la producción de Hollywood en la película Morocco (1930), sobre el amor entre la cantante de cabaret Amy Jolly (Dietrich) y el soldado de la Legión Extranjera francesa Tom Brown ( Gary Cooper ) y Adolphe Menjou completando el triángulo. La campaña promocional total declaró a Dietrich «la mujer que todas las mujeres quieren ver», proporcionando al público fascinantes insinuaciones sobre la ambigüedad sexual de la actriz, que aparece vestida en la película con un smoking y besando a una mujer en los labios.

Después del fracaso de Fatalidad (1931), Von Sternberg y Dietrich se reunieron con resultados memorables en la película El expreso de Shanghai (1932), una aventura exótica ambientada en un tren que viaja a través de la China devastada por la guerra. Dietrich tuvo uno de sus papeles más famosos como Shanghai Lily, «la flor blanca de la costa china». En ella Sternberg exhibió un dominio completo sobre cada elemento de su trabajo como director : decoración, fotografía, sonido e interpretación.  Fue un éxito de taquilla y obtuvo una nominación al Oscar a la mejor película; von Sternberg recibió su segunda (y última) nominación a la mejor dirección. Lee Garmes, quien fue el director de fotografía en esta serie de películas, ganó un Oscar en su categoría. 

La historia original de Sternberg para La Venus rubia (1932) y el guión de Furthman y S.K.Lauren presenta la imagen de una mujer que debe vender su honor a un millonario (Cary Grant) para obtener el dinero necesario para pagar el tratamiento de su esposo enfermo, que finalmente la perdona. El estudio se mostró reacio al desenlace redentor y cuando Sternberg se negó a alterar el final, Paramount suspendió el proyecto y amenazó al cineasta con una demanda. Dietrich se unió a Sternberg para desafiar a los ejecutivos de Nueva York, llegando a un acuerdo.

Capricho Imperial  (1934), un drama histórico relacionado con el ascenso de Catalina la Grande de Rusia, fue adaptada para filmar en varias ocasiones por directores estadounidenses y europeos cuando Sternberg comenzó a organizar el proyecto. Con innumerables florituras estilísticas y un exceso de ornamentación en la  dirección artística, la película fracasó en la taquilla. La notable decepción de la película entre los espectadores fue un duro revés para la reputación profesional de Sternberg. 

La última colaboración entre von Sternberg y Dietrich, El diablo es una mujer (1935), otorgó al personaje de Dietrich asumir el papel del manipulador dominante y burlón de los hombres, que el público no había visto desde El ángel azul. La película fue un fracaso comercial, y el director de producción de Paramount, Ernst Lubitsch, despidió a von Sternberg, terminando esencialmente su carrera como director de primera línea de Hollywood. El director anticipó la finalización del mismo con su propia declaración antes de que el estreno de la película cortara explícitamente sus lazos profesionales con Dietrich, y escribió: 

«La señorita Dietrich y yo hemos evolucionado lo más posible … si continuáramos, entraríamos en un estancamiento que sería perjudicial para los dos «

El declive de Joseph von Sternberg

Sternberg encontró un hogar temporal en Columbia Pictures, donde su primera película fue una adaptación de Fedor Dostoievski Crimen y Castigo (1935) con Peter lorre como protagonista, obteniendo de nuevo un resultado favorable.

De 1935 a 1936, Sternberg viajó por el Lejano Oriente, recabando material para futuros proyectos. En Java, el director contrajo una infección abdominal de carácter grave que requirió su regreso inmediato en un hospital europeo. Mientras estaba convaleciente, la  London Films ‘ Alexander Korda le contrató, a instancias de Dietrich, para filmar la película Yo, Claudio basada en la novela de Robert Graves

La película estaba protagonizada por Charles Laughton como el emperador romano Claudio y Merle Oberon como Messalina. Sin embargo, la producción se cerró después de que Oberon se cortó la cara en un accidente de tráfico y la película nunca se completó. 

A finales de 1937, Sternberg consiguió la financiación austriaca para filmar una versión de Germinal de Émile Zola, consiguiendo a los actores a Hilde Krahl y Jean-Louis Barrault para los papeles principales. Los preparativos finales estaban en marcha cuando Sternberg tuvo una recaída de la enfermedad que había contraído en Java. Mientras estaba convaleciente en Londres, Alemania invadió Austria estallando la Segunda Guerra Mundial  y el proyecto tuvo que ser abandonado. Sternberg regresó a su hogar en California para recuperarse, pero descubrió que había desarrollado una enfermedad cardíaca crónica que lo acompañaría  durante el resto de su vida. 

En los inicios de la Segunda Guerra Mundial, los estudios United Artist le ofrecieron dirigir El embrujo de Shanghai (1941) que le permitió regresar al romance exótico y envolvente, con Gene Tierney y Victor Mature como protagonistas. Con un breve corto de propaganda bélica The Town (1944) , Sternberg tardaría casi once años en volver a ponerse detrás de las cámaras  

Gracias a Howard Hughes en RKO, Sternberg volvió a dirigir Amor a reacción (Jet Pilot), un romance en tiempos de la Guerra fría con John Wayne y Janet Leigh, filmado en 1950 pero retenido por Hughes durante los siguientes siete años antes de ser estrenado y Una aventurera en Macao (1952), un  atractivo film noir protagonizado por Jane Russell y Robert Mitchum, que al parecer fue editado por Nicholas Ray. 

Al visitar Nueva York en 1951, Sternberg se econtró con su amigo el productor japonés Nagamasa Kawakita, que había conocido en su viaje a Java , y acordaron buscar una producción conjunta en Japón. De esta alianza surgiría la película más personal de Sternberg, que resultó ser su testamento artístico: La saga de Anatahan (1953)  

Fue el proyecto más notable de Von Sternberg durante este período, película que escribió, produjo, dirigió, fotografió y puso voz al narrador. Se basó en un verdadero incidente de la Segunda Guerra Mundial (1944)  en el que siete soldados japoneses naufragan y llegan a una pequeña isla del Pacífico, donde pasaron siete años. Los únicos habitantes de la isla son el vigilante de una plantación abandonada y su atractiva esposa. Durante esos años, la disciplina va desapareciendo, para dejar paso a una lucha encarnizada por el poder y la única mujer. De toda su filmografía Von Sternberg la consideró su mejor película.

En su autobiografía Fun in a Chinese Laundry (1965), considera que su vida después de Dietrich es un encadenamiento de decepciones, traiciones y fatalidad, casi como si fuese un guión escrito por él mismo.

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