Salvoconducto ( Laissez-passer, 2002) destila el amor de Tavernier por el cine

Bertrand Tavernier es un director que se caracteriza, entre otros aspectos, por la demostración constante de su amor por el cine. No es de extrañar, que se interesara por una de las etapas más oscuras del cine francés, la ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial.

En la película Salvoconducto ( Laissez-passer, 2002), el director aborda la complejidad de los rodajes de las películas, bajo las bombas aliadas y la censura nazi y nos muestra las dificultades de los directores, actores, guionistas y técnicos franceses, que después de la guerra fueron duramente represaliados por los vencedores o condenados al olvido.

Seguir leyendo «Salvoconducto ( Laissez-passer, 2002) destila el amor de Tavernier por el cine»

Un lugar en la cumbre (1959) de Jack Clayton: Una historia de lujuria y ambición

Un lugar en la cumbre (Room at the Top, 1959),  según la crítica es el máximo exponente de éste movimiento y una de las películas más devastadoras emocionalmente jamás creadas en el Reino Unido. The Angry Young Man fueron unos jóvenes cineastas que, desde comienzos de los años 50, buscaron cinematográficamente sus raíces en la mejor tradición del cine británico, el documental de Humphrey Jennings y se inspiraron en el neorrealismo italiano y el realismo poético francés.

Seguir leyendo «Un lugar en la cumbre (1959) de Jack Clayton: Una historia de lujuria y ambición»

«Viva la libertad» ( À nous la liberté) de 1931

En el cine francés de la década de los años treinta, la relación entre sonido e imagen encuentra un punto importante para la experimentación, siendo de gran influencia en el movimiento del realismo poético

“À nous la liberté´” de 1931 es el tercer film sonoro del director René Clair y quizás sea uno de los largometrajes más elegantes de los principios de la producción sonora. Este clásico de Clair supone una mezcla, aparentemente sin esfuerzo, de melancolía romántica, amarga crítica social y sutil surrealismo. sus muchas cualidades estéticas tienden a eclipsar las asombrosas innovaciones tecnológicas de la película utilizando para ello  la poética del sonido.

À nous la Liberté de René Clair, uno de los grandes clásicos de comedia de todos los tiempos, es una sátira hábil de la revolución industrial y la búsqueda ciega de la riqueza. Integrando hábilmente su técnica de comedia musical de firma con crítica social acentuada, Clair nos cuenta la historia de dos amigos, Émile y Louis,  que se encuentran en prisión e intentan escapar juntos. Sin embargo, durante la fuga surgen problemas y Louis consigue escapar gracias a que Émile se sacrifica, siendo capturado de nuevo. Una vez en libertad Louis comienza a trabajar como vendedor de fonógrafos y pronto se encuentra siendo propietario de una gran empresa: un convicto escapado que se convierte en un rico industrial.

Clair nos muestra una cadena de montaje altamente mecanizada y que convierte a los trabajadores en meros mecanismos de relojería al servicio de dicha cadena de producción. Los obreros son tratados como autómatas, del mismo modo que a los presos de la prisión que tan bien conoció Louis en su tiempos de convicto, pero solo parece importarle el que sus fábricas crezcan, al igual que la riqueza que acumula.

Cuando Louis trata de introducirse  por  los círculos de la clase privilegiada y opulenta y ser aceptado en los mismos, se encuentra ridiculizado a sus espaldas por su falta de cultura y sofisticación. René Clair aprovecha estas escenas para burlarse de los tics de las clases poderosas, faltas de escrúpulos y muy poco empáticas con la clase trabajadora, así como del comportamiento de los nuevos ricos.

Por desgracia, el pasado de Louis vuelve al presente para alterar sus planes cuidadosamente establecidos, produciéndose un reencuentro con su amigo Emile y con el mundo mafioso del que parecía estar completamente desvinculado. Con un ingenio alegre, una tremenda innovación visual y una manipulación magistral del sonido, À nous la Liberté es a la vez una potente acusación de la sociedad moderna mecanizada y un bullicioso placer cómico.

Una parte muy importante de la película es la música, que corrió  a cargo de George Auric. Éste había colaborado años atrás como actor con René Clair  en  “Entreacto” en 1924 y  consolidó su larga carrera como compositor en “ La sangre de un poeta” de 1932 dirigida por Jean Cocteau

Para comprender la película que Charles Chaplin presentó en 1936, “Tiempos Modernos” es necesario visualizar “À nous la Liberté”, ya que se inspiró en la misma e incluso copió muchas de sus ideas. La Société des Films Sonores Tobis, que había producido “Viva la libertad” en 1931, y que por aquel entonces estaba bajo el control del ministro de Propaganda del Tercer Reich Joseph Goebbels, decidió demandar a Chaplin por imitación y plagio. Clair se opuso a esta decisión,ya que admiraba profundamente a Chaplin y consideraba que “Tiempos Modernos” era un claro homenaje a su película. Sin embargo, la productora Tobis  continuó  acosando a Chaplin durante casi una década.

 

Ver TRAILER DE À NOUS LA LIBERTÉ

FICHA TÉCNICA

Director: René Clair
Guión : René Clair
Fotografía: Georges Périnal (B&W)
Música: George Auric
Productora: Société des Films Sonores Tobis
Reparto:  Raymond Cordy, Henri Marchand, Paul Ollivier, André Michaud, Rolla France, Germaine Aussey, Léon Lorin , William Burke

"La Golfa" ( La Chienne) de 1931 dirigida por Jean Renoir

Una de las figuras más importantes del Realismo poético francés es el director Jean Renoir. Un personaje clave para comprender la evolución del cine francés durante los años treinta  y cuya obra fue de gran influencia en el desarrollo de la historia del cine.

“La Golfa” ( La Chienne) de 1931 supuso un hito en la obra de Jean Renoir. Es su primera película sonora y se basó en una adaptación de la novela de Georges de La Fouchardière.
Jean Renoir era el segundo hijo del famoso pintor impresionista Auguste Renoir y a pesar de crecer en un entorno privilegiado económica e intelectualmente, sus comienzos no fueron fáciles.

 
Después de unos estudios mediocres, el joven Renoir quiso realizar una carrera militar y se unió al ejército en 1913. Durante la Primera Guerra Mundial sirvió bajo las órdenes del capitán Louis Bossut, que probablemente sirvió de modelo para su capitán Boeldieu en “La gran ilusión”. En abril de 1915, una bala le fracturó la cabeza del fémur, produciéndole una cojera que le acompañaría toda su vida. Fue trasladado al hospital de Val de Grace de París, para su recuperación, pero su madre murió durante su convalecencia y fue su padre quien permaneció junto a la cama de su hijo, circunstancia que los unió.
Durante este periodo descubre las sesiones de cine y a Charles Chaplin, que llegó desde el extranjero junto a la influencia del cine americano. Pero la inactividad pesa sobre él y en 1916, consiguió alistarse en la aviación, donde su pierna lesionada no suponía un impedimento. Finalmente fue asignado a un escuadrón de reconocimiento, y se especializó en la fotografía.
 
Después de la guerra, regresó a París, donde su padre continuaba pintando y Jean Renoir se enamora de una de sus modelos Andrée Heuschling, dos meses después de la muerte de su padre se casó con ella.
 
Marcado por la visión de la película de  Erich Von Stroheim “Esposas Frívolas” de 1922, su director favorito, que a su vez fue  actor en “La gran ilusión”, se interesó por el mundo del cine como una forma ayudar a su mujer a convertirse en una gran estrella. Escribió para ella el guión de Catherine, también llamada Une vie sans joie” de 1924 proyecto financiado y co-dirigido con Albert Dieudonné y Andrée toma el nombre artístico de Catherine Hessling,
 
La película no recibe una cálida bienvenida y Jean Renoir se enfrenta a dificultades legales y económicas, pero no se desanimó: «el demonio de la puesta en escena ya se había implantado en mí», como él mismo decía. Así que se dirigió su primer largometraje en 1924, “La fille de l’eau” , donde encontramos la estética impresionista de su padre en una fábula bucólica y en el que de nuevo actúa Catherine Hessling y su hermano Pierre. La película recibió una tibia acogida y Renoir comienza a dudar de su futuro profesional en el mundo del cine, pero en una proyección en el teatro du Vieux-Colombier, los amantes del arte de vanguardia le dan una excelente acogida, sobre todo, a la secuencia del sueño y ello le devuelve la confianza.
 
Se inicia en 1926 en su primera película importante “Nana”, la adaptación de una novela de Emile Zola , para ello cuenta con de estrellas del momento como Werner Krauss o Jean Angelo. Pero la película es un fracaso y necesita vender casi todas las pinturas que heredó de su padre. Sin embargo, Renoir decidió no desanimarse por los resultados de sus películas y se lanza de cabeza a la industria de cine realizando una película tras otra, para la construcción gradual de una reputación como director de “cine de autor”
 
En 1927, Renoir aceptó interpretar un papel sencillo en “La Petite Lili”, un cortometraje de Alberto Cavalcanti, para impulsar la carrera de Catherine Hessling hacia el estrellato. Por una coincidencia asombrosa, la película reúne a las tres mujeres más importantes en la vida de Renoir  y que ejercerán un papel fundamental en su trayectoria profesional: su primera esposa Catherine Hessling, su «editora y compañera sentimental » desde 1930 Marguerite  Renoir y Dido Freire , amiga de Cavalcanti, que posteriormente se convirtió en su segunda esposa .
Jean Renoir se separó de Andrée Heuschling en 1931 y comenzó su relación sentimental y profesional con Marguerite Houlle, que adoptó el nombre de Marguerite Renoir.
Ella había comenzado a trabajar a la edad de quince años, en Pathé en Joinville-le-Pont donde coloreaba las películas. Perteneciente a una clase trabajadora era activista del partido comunista y  simpatizante de Maurice Thorez. Marguerite fue quién le presentó al grupo de grupo Jacques Prévert, Roger Blin, Maurice Baquet. Posteriormente, ella lo convenció de forma gradual para defender la causa de los trabajadores y la obra de  Jean Renoir adquiere una dimensión abiertamente política, marcada por las ideas del Frente Popular, con quien se comprometió personal y artísticamente.
El Frente Popular, coalición de los partidos de izquierda para derrotar el auge del fascismo en toda Europa, ganó las elecciones en 1936, periodo durante el cual Renoir realizó un cine de agitación y propaganda, comprometido con una causa, que visto desde ahora, estaba completamente justificado.
 
Marguerite se inició en la edición de películas en 1927  y realizó el montaje de todos los films de Renoir hasta “Las Reglas del juego” de 1939. Resultó ser un montaje especialmente tenso y difícil, que culminó con su separación de Marguerite y  poco después de abandonar Francia por el comienzo de la guerra, Jean Renoir se casó con Dido Freire  que se encargó de velar por sus intereses desde ese momento hasta su muerte.
 
Catherine Hessling y Jean Renoir 
 
“La Golfa” ( La Chienne) de 1931 supuso un hito en la obra de Jean Renoir. Es su primera película sonora, rodada en los estudios Billancourt de París y se basó en una adaptación de la novela de Georges de La Fouchardière, que fue ante todo un reconocido escritor polémico y satírico perteneciente a la primera mitad del siglo XX. Anarquista y de creencias profundamente pacifistas, en su tiempo fue un duro enemigo  del clero, los militares y el militarismo.
 
Se trata de un drama social, nos cuenta la historia de un hombre honesto y pusilánime Maurice Legrand ( interpretado por  Michel Simon) que trabaja como cajero de una empresa y es pintor aficionado, vive con su desagradable y despótica mujer, viuda de un militar que desapareció en la guerra. Legrand se enamora perdidamente de la joven prostituta Lulú Pelletier, interpretada por Janie Marèse que es explotada por su chulo Dédé, representado por Georges Flamant. En la película se define a Legrand como:
 
“ Un hombre que posee una cultura intelectual y sentimental muy superior al ambiente en que se mueve, por lo que lo consideran un imbécil”
 
Al parecer cuando la película estuvo terminada, sus productores quisieron retocarla para encontrar el tono de comedia que consideraban comercial. Jean Renoir, tal y como cuenta en su autobiografía, ganó la batalla y consiguió que se estrenara en su versión íntegra, pero creó un gran revuelo entre los fascistas que atacaron la película con violencia. Los productores decían:
 
«Usted hace películas para intelectuales y esa clientela no paga. Si queremos hacer dinero tenemos que complacer a las modistillas».
 
El rodaje fue responsable de la separación de Renoir y Catherine Hessling, molesta haber sido reemplazada por Janie Marèse como la protagonista femenina, pero tuvo la recompensa de sentir la emoción al ver cómo sus actores reprodujeron en la vida privada las mismas peripecias que viven los personajes durante la película.
 
Michel Simon, que encarna al cajero enamorado de Lulú, vivió realmente esa pasión por la actriz Janie Marèse, quien, a su vez, se enamoró durante el rodaje de Georges Flamant, que interpretaba al chulo despiadado receptor del dinero que el pobre empleado entregaba a la prostituta. La semejanza entre ficción y realidad tuvo incluso una trágica prolongación en el accidente de coche que costó la vida a Janie Marèse, poco después de haber rodado la secuencia en que es asesinada por los celos de uno de esos hombres.
 
La película comienza con un teatro de marionetas que definen la historia que se va a contar como:
 
“ No es un drama, ni una comedia: No tiene moraleja y no demuestra nada. Los personajes no son héroes ni traidores. Son pobre gente como usted y como yo”
 
Tal vez sea la película donde se asientan los principios del futuro cine de Renoir: el enfoque social del drama, una ambientación lúgubre y brumosa, personajes víctimas de su condición y de los estereotipos sociales y, sobre todo, una muestra de la filosofía de Renoir, una mirada abierta sobre el libre albedrío y la convicción de que “todos tienen sus razones” . Una película que termina como en la introducción con un fundido del teatro de marionetas y sin moraleja.
 
En 1945 Fritz Lang realizó un remake de “La Golfa” llamado “Perversidad”, con otro sentido estético, sin ningún trasfondo político,otra visión del mundo y de la humanidad. Un film  tal vez mucho más controlado, pero también menos original
 
Maurice Legrand un empleado ejemplar desposeído de cualquier satisfacción existencial, salvo la pintura
Lulu, interpretada por Janie Marèse de la que se enamora Legrand. Al igual que en la realidad con los acotres
Legrand está casado con una   desagradable y despótica mujer, viuda de un militar
Lulu esta enamorada de Dédé que la explota como su proxeneta
El amor de Legrand por Lulu, le hace perder su dignidad, su empleo y su estilo de vida
Una pareja de perdedores, marginados de la sociedad
La tragedia se cierne sobre los protagonistas

 

 

 

 

«La Golfa» ( La Chienne) de 1931 dirigida por Jean Renoir

Una de las figuras más importantes del Realismo poético francés es el director Jean Renoir. Un personaje clave para comprender la evolución del cine francés durante los años treinta  y cuya obra fue de gran influencia en el desarrollo de la historia del cine.

“La Golfa” ( La Chienne) de 1931 supuso un hito en la obra de Jean Renoir. Es su primera película sonora y se basó en una adaptación de la novela de Georges de La Fouchardière.
Jean Renoir era el segundo hijo del famoso pintor impresionista Auguste Renoir y a pesar de crecer en un entorno privilegiado económica e intelectualmente, sus comienzos no fueron fáciles.

 
Después de unos estudios mediocres, el joven Renoir quiso realizar una carrera militar y se unió al ejército en 1913. Durante la Primera Guerra Mundial sirvió bajo las órdenes del capitán Louis Bossut, que probablemente sirvió de modelo para su capitán Boeldieu en “La gran ilusión”. En abril de 1915, una bala le fracturó la cabeza del fémur, produciéndole una cojera que le acompañaría toda su vida. Fue trasladado al hospital de Val de Grace de París, para su recuperación, pero su madre murió durante su convalecencia y fue su padre quien permaneció junto a la cama de su hijo, circunstancia que los unió.
Durante este periodo descubre las sesiones de cine y a Charles Chaplin, que llegó desde el extranjero junto a la influencia del cine americano. Pero la inactividad pesa sobre él y en 1916, consiguió alistarse en la aviación, donde su pierna lesionada no suponía un impedimento. Finalmente fue asignado a un escuadrón de reconocimiento, y se especializó en la fotografía.
 
Después de la guerra, regresó a París, donde su padre continuaba pintando y Jean Renoir se enamora de una de sus modelos Andrée Heuschling, dos meses después de la muerte de su padre se casó con ella.
 
Marcado por la visión de la película de  Erich Von Stroheim “Esposas Frívolas” de 1922, su director favorito, que a su vez fue  actor en “La gran ilusión”, se interesó por el mundo del cine como una forma ayudar a su mujer a convertirse en una gran estrella. Escribió para ella el guión de Catherine, también llamada Une vie sans joie” de 1924 proyecto financiado y co-dirigido con Albert Dieudonné y Andrée toma el nombre artístico de Catherine Hessling,
 
La película no recibe una cálida bienvenida y Jean Renoir se enfrenta a dificultades legales y económicas, pero no se desanimó: «el demonio de la puesta en escena ya se había implantado en mí», como él mismo decía. Así que se dirigió su primer largometraje en 1924, “La fille de l’eau” , donde encontramos la estética impresionista de su padre en una fábula bucólica y en el que de nuevo actúa Catherine Hessling y su hermano Pierre. La película recibió una tibia acogida y Renoir comienza a dudar de su futuro profesional en el mundo del cine, pero en una proyección en el teatro du Vieux-Colombier, los amantes del arte de vanguardia le dan una excelente acogida, sobre todo, a la secuencia del sueño y ello le devuelve la confianza.
 
Se inicia en 1926 en su primera película importante “Nana”, la adaptación de una novela de Emile Zola , para ello cuenta con de estrellas del momento como Werner Krauss o Jean Angelo. Pero la película es un fracaso y necesita vender casi todas las pinturas que heredó de su padre. Sin embargo, Renoir decidió no desanimarse por los resultados de sus películas y se lanza de cabeza a la industria de cine realizando una película tras otra, para la construcción gradual de una reputación como director de “cine de autor”
 
En 1927, Renoir aceptó interpretar un papel sencillo en “La Petite Lili”, un cortometraje de Alberto Cavalcanti, para impulsar la carrera de Catherine Hessling hacia el estrellato. Por una coincidencia asombrosa, la película reúne a las tres mujeres más importantes en la vida de Renoir  y que ejercerán un papel fundamental en su trayectoria profesional: su primera esposa Catherine Hessling, su «editora y compañera sentimental » desde 1930 Marguerite  Renoir y Dido Freire , amiga de Cavalcanti, que posteriormente se convirtió en su segunda esposa .
Jean Renoir se separó de Andrée Heuschling en 1931 y comenzó su relación sentimental y profesional con Marguerite Houlle, que adoptó el nombre de Marguerite Renoir.
Ella había comenzado a trabajar a la edad de quince años, en Pathé en Joinville-le-Pont donde coloreaba las películas. Perteneciente a una clase trabajadora era activista del partido comunista y  simpatizante de Maurice Thorez. Marguerite fue quién le presentó al grupo de grupo Jacques Prévert, Roger Blin, Maurice Baquet. Posteriormente, ella lo convenció de forma gradual para defender la causa de los trabajadores y la obra de  Jean Renoir adquiere una dimensión abiertamente política, marcada por las ideas del Frente Popular, con quien se comprometió personal y artísticamente.
El Frente Popular, coalición de los partidos de izquierda para derrotar el auge del fascismo en toda Europa, ganó las elecciones en 1936, periodo durante el cual Renoir realizó un cine de agitación y propaganda, comprometido con una causa, que visto desde ahora, estaba completamente justificado.
 
Marguerite se inició en la edición de películas en 1927  y realizó el montaje de todos los films de Renoir hasta “Las Reglas del juego” de 1939. Resultó ser un montaje especialmente tenso y difícil, que culminó con su separación de Marguerite y  poco después de abandonar Francia por el comienzo de la guerra, Jean Renoir se casó con Dido Freire  que se encargó de velar por sus intereses desde ese momento hasta su muerte.
 
Catherine Hessling y Jean Renoir 
 
“La Golfa” ( La Chienne) de 1931 supuso un hito en la obra de Jean Renoir. Es su primera película sonora, rodada en los estudios Billancourt de París y se basó en una adaptación de la novela de Georges de La Fouchardière, que fue ante todo un reconocido escritor polémico y satírico perteneciente a la primera mitad del siglo XX. Anarquista y de creencias profundamente pacifistas, en su tiempo fue un duro enemigo  del clero, los militares y el militarismo.
 
Se trata de un drama social, nos cuenta la historia de un hombre honesto y pusilánime Maurice Legrand ( interpretado por  Michel Simon) que trabaja como cajero de una empresa y es pintor aficionado, vive con su desagradable y despótica mujer, viuda de un militar que desapareció en la guerra. Legrand se enamora perdidamente de la joven prostituta Lulú Pelletier, interpretada por Janie Marèse que es explotada por su chulo Dédé, representado por Georges Flamant. En la película se define a Legrand como:
 
“ Un hombre que posee una cultura intelectual y sentimental muy superior al ambiente en que se mueve, por lo que lo consideran un imbécil”
 
Al parecer cuando la película estuvo terminada, sus productores quisieron retocarla para encontrar el tono de comedia que consideraban comercial. Jean Renoir, tal y como cuenta en su autobiografía, ganó la batalla y consiguió que se estrenara en su versión íntegra, pero creó un gran revuelo entre los fascistas que atacaron la película con violencia. Los productores decían:
 
«Usted hace películas para intelectuales y esa clientela no paga. Si queremos hacer dinero tenemos que complacer a las modistillas».
 
El rodaje fue responsable de la separación de Renoir y Catherine Hessling, molesta haber sido reemplazada por Janie Marèse como la protagonista femenina, pero tuvo la recompensa de sentir la emoción al ver cómo sus actores reprodujeron en la vida privada las mismas peripecias que viven los personajes durante la película.
 
Michel Simon, que encarna al cajero enamorado de Lulú, vivió realmente esa pasión por la actriz Janie Marèse, quien, a su vez, se enamoró durante el rodaje de Georges Flamant, que interpretaba al chulo despiadado receptor del dinero que el pobre empleado entregaba a la prostituta. La semejanza entre ficción y realidad tuvo incluso una trágica prolongación en el accidente de coche que costó la vida a Janie Marèse, poco después de haber rodado la secuencia en que es asesinada por los celos de uno de esos hombres.
 
La película comienza con un teatro de marionetas que definen la historia que se va a contar como:
 
“ No es un drama, ni una comedia: No tiene moraleja y no demuestra nada. Los personajes no son héroes ni traidores. Son pobre gente como usted y como yo”
 
Tal vez sea la película donde se asientan los principios del futuro cine de Renoir: el enfoque social del drama, una ambientación lúgubre y brumosa, personajes víctimas de su condición y de los estereotipos sociales y, sobre todo, una muestra de la filosofía de Renoir, una mirada abierta sobre el libre albedrío y la convicción de que “todos tienen sus razones” . Una película que termina como en la introducción con un fundido del teatro de marionetas y sin moraleja.
 
En 1945 Fritz Lang realizó un remake de “La Golfa” llamado “Perversidad”, con otro sentido estético, sin ningún trasfondo político,otra visión del mundo y de la humanidad. Un film  tal vez mucho más controlado, pero también menos original
 
Maurice Legrand un empleado ejemplar desposeído de cualquier satisfacción existencial, salvo la pintura
Lulu, interpretada por Janie Marèse de la que se enamora Legrand. Al igual que en la realidad con los acotres
Legrand está casado con una   desagradable y despótica mujer, viuda de un militar
Lulu esta enamorada de Dédé que la explota como su proxeneta
El amor de Legrand por Lulu, le hace perder su dignidad, su empleo y su estilo de vida
Una pareja de perdedores, marginados de la sociedad
La tragedia se cierne sobre los protagonistas

 

 

 

 

"Au Bonheur des Dames" (El paraíso de las damas) de 1930 dirigido por Julien Duvivier

Es difícil encontrar en película que tenga un comienzo tan actual y vigente como «Au Bonheur des Dames» de 1930 dirigida por el francés Julien Duvivier, que fue uno de los directores más famosos del período conocido como «el realismo poético» en la historia del cine.

“Los grandes almacenes contra el pequeño comercio, constituye un problema de innegable actualidad, que engendra destrucción y ruina y donde el único responsable es quien impone  las reglas del funcionamiento del mundo: el progreso” Au Bonheur des Dames 1930

A pesar de que su nombre ha sido progresivamente olvidado con el paso de los años, Julien Duvivier fue un director que demostró en varias de sus obras una exquisita sensibilidad, talento narrativo y capacidad para crear atmósferas en donde la violencia y la poesía se fundían con gran habilidad. No se puede negar que su figura es imprescindible para una correcta compresión del cine francés y europeo de los años treinta a principios de los cincuenta.

Jean Renoir, dijo de él: » Era un poeta, pero un poeta pesimista que rara vez concedió circunstancias atenuantes a sus personajes. Fue un director de actores, un optimista decepcionado y un creyente que perdió sus ilusiones”

Nacido en Lille en 1896, Julien Duvivier recibió una estricta educación jesuita y tuvo que escaparse de su casa familiar para disfrutar de su pasión por el teatro, un pasatiempo que su familia condenó como «inmoral». Ya en París Duvivier encontró un pequeño trabajo de actor en el Théâtre Odeón, pero descubrió que no podía memorizar el diálogo.

Fue aquí donde Duvivier conoció a André Antoine, un renombrado director teatral que fue el pionero de un estilo de actuación «naturalista» en el teatro antes de convertir su talento en la floreciente industria cinematográfica francesa. Duvivier se unió a las legiones de cineastas franceses inspirados en las historias de Émile Zola sobre los disturbios laborales, la prostitución y el surgimiento de la sociedad de consumo. Consideraban que el cine era un medio natural para los cuentos de Zola, ya que podían rodar en fábricas, minas de carbón y el campo, dando a sus películas autenticidad y realismo. De éste modo Duvivier se convirtió en uno de los directores más relevantes del denominado  “Realismo poético francés”

De 1919 a 1930 realizó 22 películas silentes, una de ellas fue “Au Bonheur des Dames” de 1930 una de las últimas películas silentes rodadas en Francia. Las dificultades económicas y sociales de la Primera Guerra Mundial acabaron con la supremacía de Francia en el mercado cinematográfico internacional. A pesar de ello en 1919 las producciones francesas dominaban las pantallas de todo el mundo. Después de la Primera Guerra Mundial, se produjo una gran fragmentación y descentralización de la producción. Bajo estas circunstancias los cineastas franceses tuvieron unas oportunidades sin precedentes para indagar y asumir riesgos, realizando innumerables experimentos innovadores y creativos en el cine. 

“Au bonheur des dames”, la 21ª película de Duvivier, fue víctima de una mala gestión de distribución. El film fue rodado sin sonido durante el otoño de 1929. En lugar de estrenar la película junto a un gran número de otras tantas películas silentes, que se lanzaron durante el verano de 1930 para despejar el camino e iniciar una temporada de otoño de películas sonoras, los productores de Duvivier demoraron el estreno varios meses y añadió apresuradamente sonido post-postproducción a algunas escenas. Aunque la versión silente vista por la prensa había sido elogiada por la «sinfonía de luz inspirada por el vértigo de las construcciones y las demoliciones», la versión sonora lanzada al público en octubre de 1930 fue duramente criticada por su mala calidad del sonido. La película llegó y salió rápidamente en los cines.

La siguiente película de Duvivier fue la adaptación de una novela de Irène Némirovsky ( escritora judía que murió gaseada en Auschwitz)  de enorme éxito de ventas en 1929: “David Golder”, una historia violenta y trágica de la traición y la amarga decepción de un padre y hombre de negocios, con un impresionante Harry Baur. David Golder (1930), incorporó un sonido totalmente sincronizado y se estrenó con éxito de crítica y de público.

Casi todas sus películas fueron adaptaciones de prestigiosas novelas, tal vez por su formación teatral, pero también por su convicción de que:

«Se necesitan tres cosas para hacer una buena película: en primer lugar una buena historia y una buena historia, y, finalmente, una buena historia». 

El director se hizo más conocido por sus brillantes películas como:  “La belle équipe” (1936), “Pépé le Moko” (1936) y “Un carnet de baile” (1937). Trabajó durante varios años en Hollywood durante la Segunda Guerra Mundial, pero pasó la mayor parte de su vida en su Francia natal. Duvivier continuó haciendo películas hasta 1967, cuando falleció en un accidente automovilístico a los 71 años, poco después de terminar su 70ª película.

En 1934 Duvivier escribió: «Demasiadas personas imaginan que el cine es el arte de los aficionados, que la vocación y la fe son suficientes para dar a luz obras maestras (..). El cine es una profesión, una profesión difícil que uno aprende. Personalmente, cuanto más trabajo, más me doy cuenta de que … no sé prácticamente nada en proporción a las infinitas posibilidades del cine «.

Fue un misántropo que  en sus películas solía situarse en una esquina del rodaje, mirando con  ojos de águila, un técnico que nunca se equivoca acerca del ajuste correcto, un viejo romántico defraudado y el hombre de una sola mujer ( estuvo casado con la misma durante toda su vida), Julien Duvivier sigue siendo un enigma oculto detrás de sesenta películas, con un puñado de obras maestras, y una manera única de ser un verdadero escritor adaptando los escritos de otros. Un día, un periodista le preguntó Ingmar Bergman, de visita en Francia,de qué cineasta francés le hubiera gustado tener su carrera. Sin vacilar, respondió: «Julien Duvivier.»

Gracias a la colocación y los movimientos de la cámara, la decoración cuidada  y luminosa y las secuencias de montaje con un estilo innovador hacen que “Au bonheur des dames” («El paraíso de las damas») parezca una película sorprendentemente moderna. Adaptada a partir de una novela de Émile Zola, la película describe el destino de una tienda de sastrería familiar que es llevada a la ruina cuando unos grandes almacenes se abren al otro lado de la calle. Dita Parlo, una actriz alemana que más tarde apareció en L’Atalante de Jean Vigo (1934) y The Grand Illusion (1937) de Jean Renoir, interpreta a una inocente joven provinciana, Denise Baudu, que llega a París después de la muerte de sus padres en busca de un porvenir.

Cuando Denise acude a la tienda de su tío «El Viejo Elbeuf», el pequeño comercio de aquella zona de París (situado un poco al norte de la Ópera) está en declive por la competencia de unos grandes almacenes, «El Paraíso de las Damas».  Los nuevos grandes almacenes están acarreando la ruina de los antiguos comerciantes, incapaces de adaptarse a los nuevos gustos de la época. Tras diversos avatares Denise entra de dependienta en «El Paraíso de las Damas», con gran disgusto de su familia.

“Los grandes almacenes contra el pequeño comercio, constituye un problema de innegable actualidad, que engendra destrucción y ruina y donde el único responsable es quien impone  las reglas del funcionamiento del mundo: el progreso” Au Bonheur des Dames 1930

Paralelamente a la historia de Denise y de su familia, la película nos narra el ascenso y el triunfo de Octavio Mouret, el propietario egoísta y poderoso de los grandes almacenes y antagonista de la pobre muchacha. Alrededor de Denise  y Octavio se moverán tres grupos muy bien definidos por Duvivier:

Los empleados que trabajan en los grandes almacenes, enfrentados unos a otros para escalar puestos en la organización.  Los propietarios de los pequeños comercios que rodean «El Paraíso de las Damas», que son los absolutos perdedores incapaces de adaptarse al nuevo ritmo de los tiempos. La destrucción de la pequeña tienda del viejo Baudu y su locura y muerte marcan la desaparición de esa clase social de los pequeños comerciantes.

Y, finalmente, el grupo de mujeres de la burguesía con sus amores y vicios secretos, las destinatarias y víctimas de la perversa publicidad de los grandes almacenes que consiguen seducirlas  bajo la engañosa imagen de adorarlas, a través de la exaltación de la belleza y el lujo

“Yo tendré a todas las mujeres de París….y quien tiene a las mujeres, tiene el mundo” Octave Mouret

La película es un ejemplo de la innovación cinematográfica realizada por directores de los años veinte, utilizando conjuntos reales de escenas callejeras y con mucha gente yendo apresuradamente de un lado a otro, tomas de seguimiento, composiciones evocadoras, e incluso algunos trabajos pioneros para crear un mundo completo.

Duvivier representa la demolición de negocios, edificios y familias frente al progreso capitalista. Sin embargo, retrata con esmero la espléndida arquitectura de los grandes almacenes, un «templo» dedicado al placer de las mujeres. Los exquisitos interiores de los grandes almacenes fueron grabados en las Galerías Lafayette, Duvivier construyó un elaborado conjunto de la tienda de sastrería, calle y fachada de los grandes almacenes, para que la cámara pudiera seguir a los personajes fluidamente de una habitación a otra.

Después del clímax donde la ruina de su negocio y la muerte de su hija Geneviève Baudu (interpretada por Nadia Sibirskaïa, que también había interpretado a la “La petite  Lise” de 1930 dirigida por Jean Gremillon), llevan al tío a medidas desesperadas, y tanto en la novela original como el guión nos conducen a un epílogo de crítica capitalista. Sin embargo, en los momentos finales Duvivier nos dice, a través de Denise, que el progreso es inevitable y que:

“Las ruinas y miseria de hoy, mañana serán el pasado”

 Algo distinto del final de la novela de Zola:

 «Y Mouret seguía contemplando, entre aquel centellear, a su femenino público […] Ya empezaba la gente a marcharse, se marchaban medio rendidas, con la misma voluptuosidad satisfecha y la misma vergüenza sorda que proporciona la consumación de un deseo en lo más recóndito de un hotel de mala fama. Y era él quien las había poseído así, quien las tenía a su merced con aquel continuo agolpamiento de mercancías; [..] reinaba sobre todas las mujeres con la brutalidad de un déspota, cuyo capricho llevaba a la ruina a los hogares. Aquella creación suya instauraba una religión nueva; la fe tambaleante iba dejando desiertas, poco a poco, las iglesias, y su bazar las sustituye en las almas, ahora desocupadas»

FICHA TÉCNICA

El pase de diapositivas requiere JavaScript.

«Au Bonheur des Dames» (El paraíso de las damas) de 1930 dirigido por Julien Duvivier

Es difícil encontrar en película que tenga un comienzo tan actual y vigente como «Au Bonheur des Dames» de 1930 dirigida por el francés Julien Duvivier, que fue uno de los directores más famosos del período conocido como «el realismo poético» en la historia del cine.

“Los grandes almacenes contra el pequeño comercio, constituye un problema de innegable actualidad, que engendra destrucción y ruina y donde el único responsable es quien impone  las reglas del funcionamiento del mundo: el progreso” Au Bonheur des Dames 1930

A pesar de que su nombre ha sido progresivamente olvidado con el paso de los años, Julien Duvivier fue un director que demostró en varias de sus obras una exquisita sensibilidad, talento narrativo y capacidad para crear atmósferas en donde la violencia y la poesía se fundían con gran habilidad. No se puede negar que su figura es imprescindible para una correcta compresión del cine francés y europeo de los años treinta a principios de los cincuenta.

Jean Renoir, dijo de él: » Era un poeta, pero un poeta pesimista que rara vez concedió circunstancias atenuantes a sus personajes. Fue un director de actores, un optimista decepcionado y un creyente que perdió sus ilusiones”

Nacido en Lille en 1896, Julien Duvivier recibió una estricta educación jesuita y tuvo que escaparse de su casa familiar para disfrutar de su pasión por el teatro, un pasatiempo que su familia condenó como «inmoral». Ya en París Duvivier encontró un pequeño trabajo de actor en el Théâtre Odeón, pero descubrió que no podía memorizar el diálogo.

Fue aquí donde Duvivier conoció a André Antoine, un renombrado director teatral que fue el pionero de un estilo de actuación «naturalista» en el teatro antes de convertir su talento en la floreciente industria cinematográfica francesa. Duvivier se unió a las legiones de cineastas franceses inspirados en las historias de Émile Zola sobre los disturbios laborales, la prostitución y el surgimiento de la sociedad de consumo. Consideraban que el cine era un medio natural para los cuentos de Zola, ya que podían rodar en fábricas, minas de carbón y el campo, dando a sus películas autenticidad y realismo. De éste modo Duvivier se convirtió en uno de los directores más relevantes del denominado  “Realismo poético francés”

De 1919 a 1930 realizó 22 películas silentes, una de ellas fue “Au Bonheur des Dames” de 1930 una de las últimas películas silentes rodadas en Francia. Las dificultades económicas y sociales de la Primera Guerra Mundial acabaron con la supremacía de Francia en el mercado cinematográfico internacional. A pesar de ello en 1919 las producciones francesas dominaban las pantallas de todo el mundo. Después de la Primera Guerra Mundial, se produjo una gran fragmentación y descentralización de la producción. Bajo estas circunstancias los cineastas franceses tuvieron unas oportunidades sin precedentes para indagar y asumir riesgos, realizando innumerables experimentos innovadores y creativos en el cine. 

“Au bonheur des dames”, la 21ª película de Duvivier, fue víctima de una mala gestión de distribución. El film fue rodado sin sonido durante el otoño de 1929. En lugar de estrenar la película junto a un gran número de otras tantas películas silentes, que se lanzaron durante el verano de 1930 para despejar el camino e iniciar una temporada de otoño de películas sonoras, los productores de Duvivier demoraron el estreno varios meses y añadió apresuradamente sonido post-postproducción a algunas escenas. Aunque la versión silente vista por la prensa había sido elogiada por la «sinfonía de luz inspirada por el vértigo de las construcciones y las demoliciones», la versión sonora lanzada al público en octubre de 1930 fue duramente criticada por su mala calidad del sonido. La película llegó y salió rápidamente en los cines.

La siguiente película de Duvivier fue la adaptación de una novela de Irène Némirovsky ( escritora judía que murió gaseada en Auschwitz)  de enorme éxito de ventas en 1929: “David Golder”, una historia violenta y trágica de la traición y la amarga decepción de un padre y hombre de negocios, con un impresionante Harry Baur. David Golder (1930), incorporó un sonido totalmente sincronizado y se estrenó con éxito de crítica y de público.

Casi todas sus películas fueron adaptaciones de prestigiosas novelas, tal vez por su formación teatral, pero también por su convicción de que:

«Se necesitan tres cosas para hacer una buena película: en primer lugar una buena historia y una buena historia, y, finalmente, una buena historia». 

El director se hizo más conocido por sus brillantes películas como:  “La belle équipe” (1936), “Pépé le Moko” (1936) y “Un carnet de baile” (1937). Trabajó durante varios años en Hollywood durante la Segunda Guerra Mundial, pero pasó la mayor parte de su vida en su Francia natal. Duvivier continuó haciendo películas hasta 1967, cuando falleció en un accidente automovilístico a los 71 años, poco después de terminar su 70ª película.

En 1934 Duvivier escribió: «Demasiadas personas imaginan que el cine es el arte de los aficionados, que la vocación y la fe son suficientes para dar a luz obras maestras (..). El cine es una profesión, una profesión difícil que uno aprende. Personalmente, cuanto más trabajo, más me doy cuenta de que … no sé prácticamente nada en proporción a las infinitas posibilidades del cine «.

Fue un misántropo que  en sus películas solía situarse en una esquina del rodaje, mirando con  ojos de águila, un técnico que nunca se equivoca acerca del ajuste correcto, un viejo romántico defraudado y el hombre de una sola mujer ( estuvo casado con la misma durante toda su vida), Julien Duvivier sigue siendo un enigma oculto detrás de sesenta películas, con un puñado de obras maestras, y una manera única de ser un verdadero escritor adaptando los escritos de otros. Un día, un periodista le preguntó Ingmar Bergman, de visita en Francia,de qué cineasta francés le hubiera gustado tener su carrera. Sin vacilar, respondió: «Julien Duvivier.»

Gracias a la colocación y los movimientos de la cámara, la decoración cuidada  y luminosa y las secuencias de montaje con un estilo innovador hacen que “Au bonheur des dames” («El paraíso de las damas») parezca una película sorprendentemente moderna. Adaptada a partir de una novela de Émile Zola, la película describe el destino de una tienda de sastrería familiar que es llevada a la ruina cuando unos grandes almacenes se abren al otro lado de la calle. Dita Parlo, una actriz alemana que más tarde apareció en L’Atalante de Jean Vigo (1934) y The Grand Illusion (1937) de Jean Renoir, interpreta a una inocente joven provinciana, Denise Baudu, que llega a París después de la muerte de sus padres en busca de un porvenir.

Cuando Denise acude a la tienda de su tío «El Viejo Elbeuf», el pequeño comercio de aquella zona de París (situado un poco al norte de la Ópera) está en declive por la competencia de unos grandes almacenes, «El Paraíso de las Damas».  Los nuevos grandes almacenes están acarreando la ruina de los antiguos comerciantes, incapaces de adaptarse a los nuevos gustos de la época. Tras diversos avatares Denise entra de dependienta en «El Paraíso de las Damas», con gran disgusto de su familia.

“Los grandes almacenes contra el pequeño comercio, constituye un problema de innegable actualidad, que engendra destrucción y ruina y donde el único responsable es quien impone  las reglas del funcionamiento del mundo: el progreso” Au Bonheur des Dames 1930

Paralelamente a la historia de Denise y de su familia, la película nos narra el ascenso y el triunfo de Octavio Mouret, el propietario egoísta y poderoso de los grandes almacenes y antagonista de la pobre muchacha. Alrededor de Denise  y Octavio se moverán tres grupos muy bien definidos por Duvivier:

Los empleados que trabajan en los grandes almacenes, enfrentados unos a otros para escalar puestos en la organización.  Los propietarios de los pequeños comercios que rodean «El Paraíso de las Damas», que son los absolutos perdedores incapaces de adaptarse al nuevo ritmo de los tiempos. La destrucción de la pequeña tienda del viejo Baudu y su locura y muerte marcan la desaparición de esa clase social de los pequeños comerciantes.

Y, finalmente, el grupo de mujeres de la burguesía con sus amores y vicios secretos, las destinatarias y víctimas de la perversa publicidad de los grandes almacenes que consiguen seducirlas  bajo la engañosa imagen de adorarlas, a través de la exaltación de la belleza y el lujo

“Yo tendré a todas las mujeres de París….y quien tiene a las mujeres, tiene el mundo” Octave Mouret

La película es un ejemplo de la innovación cinematográfica realizada por directores de los años veinte, utilizando conjuntos reales de escenas callejeras y con mucha gente yendo apresuradamente de un lado a otro, tomas de seguimiento, composiciones evocadoras, e incluso algunos trabajos pioneros para crear un mundo completo.

Duvivier representa la demolición de negocios, edificios y familias frente al progreso capitalista. Sin embargo, retrata con esmero la espléndida arquitectura de los grandes almacenes, un «templo» dedicado al placer de las mujeres. Los exquisitos interiores de los grandes almacenes fueron grabados en las Galerías Lafayette, Duvivier construyó un elaborado conjunto de la tienda de sastrería, calle y fachada de los grandes almacenes, para que la cámara pudiera seguir a los personajes fluidamente de una habitación a otra.

Después del clímax donde la ruina de su negocio y la muerte de su hija Geneviève Baudu (interpretada por Nadia Sibirskaïa, que también había interpretado a la “La petite  Lise” de 1930 dirigida por Jean Gremillon), llevan al tío a medidas desesperadas, y tanto en la novela original como el guión nos conducen a un epílogo de crítica capitalista. Sin embargo, en los momentos finales Duvivier nos dice, a través de Denise, que el progreso es inevitable y que:

“Las ruinas y miseria de hoy, mañana serán el pasado”

 Algo distinto del final de la novela de Zola:

 «Y Mouret seguía contemplando, entre aquel centellear, a su femenino público […] Ya empezaba la gente a marcharse, se marchaban medio rendidas, con la misma voluptuosidad satisfecha y la misma vergüenza sorda que proporciona la consumación de un deseo en lo más recóndito de un hotel de mala fama. Y era él quien las había poseído así, quien las tenía a su merced con aquel continuo agolpamiento de mercancías; [..] reinaba sobre todas las mujeres con la brutalidad de un déspota, cuyo capricho llevaba a la ruina a los hogares. Aquella creación suya instauraba una religión nueva; la fe tambaleante iba dejando desiertas, poco a poco, las iglesias, y su bazar las sustituye en las almas, ahora desocupadas»

FICHA TÉCNICA

El pase de diapositivas requiere JavaScript.

"La petite Lise" de 1930 dirigida por Jean Grémillon

«Los procedimientos rigurosos  por sí solos son  el camino que conduce a las regiones olvidadas de las personas y las cosas, no por curiosidad o placer, sino para encontrar o redescubrir su secreto con más exactitud. Sin tiempo y disciplina, ninguna tarea podrá ser realizada dignamente» 
Si “Bajo los techos de París” de 1930 dirigida por René Clair, fue un  film de gran importancia por sus diálogos, por el uso del sonido ambiente y, como no, por la música y que ejerció una influencia directa en los inicios del llamado Realismo poético francés, “La petite Lisa” (1930) de Jean Grémillon, es considerada un anticipo del fatalismo melancólico y el compromiso con los marginados típicos del movimiento cinematográfico que nos ocupa.
 
Jean Gremillon (1901-1959), músico, compositor y escritor, fue un artista completo y singular, que a pesar de haber caído en el olvido popular, sigue siendo uno de los directores más importantes en la historia del cine francés.
Nacido en una familia humilde de la Baja Normandía en Cerisy-la-Forêt, el joven Grémillon tuvo que imponerse a los deseos de su padre para estudiar música. En 1920 se trasladó a París para estudiar en la Schola Cantorum de París. Se unió a la vanguardia musical y teatral de la década de 1920, donde trabajó como pianista acompañante de películas silentes y poco después aceptó realizar cortos relacionados con el mundo laboral.
En 1929 dirigió “Lightkeepers”, producida por Jacques Feyder, que fue todo un éxito y le llevó a conocer al guionista y escritor de origen belga Charles Spaak, con el que realizó La Petite Lise. Ésta última película fue un fracaso de taquilla y de crítica, provocando su expulsión inmediata de los estudios Pathé-Natan. Lo que es sorprendente y  difícil de creer, es que la fue despreciada en su tiempo por ser una fiel representación del pueblo francés. En 1932 realizó la magnífica “Daïnah la métisse” con la productora Gaumont, pero el prestigio de Gremillon había quedado seriamente afectado
Después de la liberación de Francia, Gremillon comenzó varios proyectos de películas históricas y sobre objetivos revolucionarios, como la Comuna de París o la Guerra Civil española, pero ninguno salió a la luz debido al abandono y el rechazo por parte de los productores.
Después de cuatro años sin conseguir que sus películas se hicieran realidad, y tras la filmación de varios documentales, entre ellos uno sobre el pintor André Masson, Jean Grémillon murió prematuramente a los 58 años. Casi todo el material rodado por Gremillon se consideró perdido, hasta que en la década de los años sesenta, sus películas fueron recuperadas y restauradas
 Es cierto que muchas de sus películas fueron encuadradas en el contexto del realismo poético, sin embargo Grémillon rechazó lo que él llamó el «naturalismo mecánico» en favor de :

» El descubrimiento de esa sutileza que el ojo humano no percibe directamente, pero que debe demostrarse estableciendo las armonías, las relaciones desconocidas, entre los objetos y los seres; Vivificante, fuente inagotable de imágenes que golpean nuestra imaginación y encantan nuestros corazones «

Tal vez por ello, no consiguió hacerse un hueco entre los directores de realismo más consolidado bajo la vigilancia del Frente Popular.  A partir de la segunda mitad de los años treinta, la fórmula de dicho movimiento quedó fijada y los recién llegados o los más innovadores no tenían más alternativa que caminar por esta estrecha vía de la verdad social convertida en arte.
Gremillon era un hombre ambicioso, que había querido mostrar las tragedias humanas de la vida cotidiana, pero que en su deseo perfeccionista, como escritor,  compositor de  música y también como pintor de gran sensibilidad quiso dar a sus personajes una profundidad y un tratamiento psicológico que no parecía encajar con el realismo más estricto.
Estaba fascinado por los personajes de Shakespeare, fue educado en  las ideas Chouans  y había reconocido y profesado la solidaridad de los trabajadores. Pero Grémillon fue más lejos en su búsqueda, a través de una especie de intuición, del otro lado de la gente, sabía descubrir en ellos una riqueza de ambigüedad y virtudes trágicas que sin él tal vez habría permanecido inexplorado
Jean Grémillon en Bretaña
Según la actriz Madeleine Renaud, “Él era muy humano, sin exageración. Quiero decir: tenía mucha compasión. Su actitud hacia los actores lo demuestra; No nos consideraba elementos de sus propias construcciones. No nos redujo al papel de materiales que eran buenos para construir sus propios diseños arquitectónicos, nos entendía, nos amaba, quería vernos haciendo lo mejor. Nuestra profesión puede ser  aterradora, pero él se deshizo del miedo. El malestar es útil, pero el miedo es paralizante. Cuando rodamos bajo su dirección, sólo teníamos que dejarnos ir «
Madeleine Renaud en «Le ciel est à vous» dirigida por Jean Grémillon
Madeleine Renaud

Sin embargo, durante su encarcelamiento, Lise ha recurrido a una vida de prostitución y junto a su proxeneta, André ( interpretado por Julien Bertheau) tiene un plan para obtener suficiente dinero y escapar de vida actual. Cuando Victor llega a París, comienza a reconstruir su vida y encuentra trabajo, pero desconoce la  vida que lleva su hija y del peligro en el que se encuentra. Cuando su hija puede ser acusada de asesinato, Víctor encuentra la oportunidad de redimirse salvando a su hija mediante su propio sacrificio.

 En La Petite Lise, hay muchas escenas de gente trabajando, y hay una breve secuencia que muestra París por la mañana: las luces de los clubes de neón, los barcos que cruzan el Sena, los trabajadores de la construcción, los coches y los camiones en una calle arbolada. La escena ofrece una muestra del París moderno, industrial, y un pequeño detalle de sus consecuencias: un vagabundo durmiendo en un banco.
La pobreza de los personajes de La Petite Lise hace referencia a una pobreza eterna y legendaria, transmite la sensación de que Víctor y Lisa son víctimas de su propio destino, que su caída e imposibilidad de reinserción no es culpa de nada, ni de nadie. La película se siente inusualmente comprometida con sus personajes principales y nunca emite un juicio sobre ellos, presentando su confusión moral con franqueza e, incluso, con simpatía

 Otro hecho que caracteriza el cine de Gremillon es el manejo del sonido. Parece como si el director pensara que una ventaja del sonido es poder hacer cosas, como sustentar un plano en base a los diálogos sin tener necesariamente que mostrar sus rostros. Del mismo modo el esperadísimo y emotivo encuentro entre padre e hija aparece fuera de plano y solo lo escuchamos por los diálogos entre ambos.

 Se ha dicho en alguna ocasión que rara vez un cineasta ha amado el humo tanto como lo hizo el director Jean Grémillon. La Petite Lise está llena de él: en las habitaciones, entre las paredes de la prisión, las calles de la ciudad y los espacios públicos. Para Gremillon el humo parece su musa, su maestro y actor principal que se regenera  y desaparece rápidamente, tanto en la atmósfera como en el corazón y la mente de sus personajes oprimidos.

En la prisión de Cayenne, prisioneros rodeados de humo
El humo es un protagonista más del cine de Grémillon
Nadia Sibirskaïa interpretando a Lise
 Nadia Sibirskaïa interpretando a Lise 
 Nadia Sibirskaïa interpretando a Lise y André interpretado por Julien Bertheau
Escenas del cabaret de Jazz en el momento de la detención
Director: Jean Grémillon
Guión Charles Spaak

Fotografía: Jean Bachelet (B&W)
Música: Roland Manuel

Productora: Pathé-Natan
Reparto: Pierre Alcover, Joe Alex, Alex Bernard, Julien Bertheau, Raymond Cordy, Lucien Hector, Alexandre Mihalesco, Pierre Piérade, Nadia Sibirskaïa, Ernst Léardée  

 

«La petite Lise» de 1930 dirigida por Jean Grémillon

«Los procedimientos rigurosos  por sí solos son  el camino que conduce a las regiones olvidadas de las personas y las cosas, no por curiosidad o placer, sino para encontrar o redescubrir su secreto con más exactitud. Sin tiempo y disciplina, ninguna tarea podrá ser realizada dignamente» 
Si “Bajo los techos de París” de 1930 dirigida por René Clair, fue un  film de gran importancia por sus diálogos, por el uso del sonido ambiente y, como no, por la música y que ejerció una influencia directa en los inicios del llamado Realismo poético francés, “La petite Lisa” (1930) de Jean Grémillon, es considerada un anticipo del fatalismo melancólico y el compromiso con los marginados típicos del movimiento cinematográfico que nos ocupa.
 
Jean Gremillon (1901-1959), músico, compositor y escritor, fue un artista completo y singular, que a pesar de haber caído en el olvido popular, sigue siendo uno de los directores más importantes en la historia del cine francés.
Nacido en una familia humilde de la Baja Normandía en Cerisy-la-Forêt, el joven Grémillon tuvo que imponerse a los deseos de su padre para estudiar música. En 1920 se trasladó a París para estudiar en la Schola Cantorum de París. Se unió a la vanguardia musical y teatral de la década de 1920, donde trabajó como pianista acompañante de películas silentes y poco después aceptó realizar cortos relacionados con el mundo laboral.
En 1929 dirigió “Lightkeepers”, producida por Jacques Feyder, que fue todo un éxito y le llevó a conocer al guionista y escritor de origen belga Charles Spaak, con el que realizó La Petite Lise. Ésta última película fue un fracaso de taquilla y de crítica, provocando su expulsión inmediata de los estudios Pathé-Natan. Lo que es sorprendente y  difícil de creer, es que la fue despreciada en su tiempo por ser una fiel representación del pueblo francés. En 1932 realizó la magnífica “Daïnah la métisse” con la productora Gaumont, pero el prestigio de Gremillon había quedado seriamente afectado
Después de la liberación de Francia, Gremillon comenzó varios proyectos de películas históricas y sobre objetivos revolucionarios, como la Comuna de París o la Guerra Civil española, pero ninguno salió a la luz debido al abandono y el rechazo por parte de los productores.
Después de cuatro años sin conseguir que sus películas se hicieran realidad, y tras la filmación de varios documentales, entre ellos uno sobre el pintor André Masson, Jean Grémillon murió prematuramente a los 58 años. Casi todo el material rodado por Gremillon se consideró perdido, hasta que en la década de los años sesenta, sus películas fueron recuperadas y restauradas
 Es cierto que muchas de sus películas fueron encuadradas en el contexto del realismo poético, sin embargo Grémillon rechazó lo que él llamó el «naturalismo mecánico» en favor de :

» El descubrimiento de esa sutileza que el ojo humano no percibe directamente, pero que debe demostrarse estableciendo las armonías, las relaciones desconocidas, entre los objetos y los seres; Vivificante, fuente inagotable de imágenes que golpean nuestra imaginación y encantan nuestros corazones «

Tal vez por ello, no consiguió hacerse un hueco entre los directores de realismo más consolidado bajo la vigilancia del Frente Popular.  A partir de la segunda mitad de los años treinta, la fórmula de dicho movimiento quedó fijada y los recién llegados o los más innovadores no tenían más alternativa que caminar por esta estrecha vía de la verdad social convertida en arte.
Gremillon era un hombre ambicioso, que había querido mostrar las tragedias humanas de la vida cotidiana, pero que en su deseo perfeccionista, como escritor,  compositor de  música y también como pintor de gran sensibilidad quiso dar a sus personajes una profundidad y un tratamiento psicológico que no parecía encajar con el realismo más estricto.
Estaba fascinado por los personajes de Shakespeare, fue educado en  las ideas Chouans  y había reconocido y profesado la solidaridad de los trabajadores. Pero Grémillon fue más lejos en su búsqueda, a través de una especie de intuición, del otro lado de la gente, sabía descubrir en ellos una riqueza de ambigüedad y virtudes trágicas que sin él tal vez habría permanecido inexplorado
Jean Grémillon en Bretaña
Según la actriz Madeleine Renaud, “Él era muy humano, sin exageración. Quiero decir: tenía mucha compasión. Su actitud hacia los actores lo demuestra; No nos consideraba elementos de sus propias construcciones. No nos redujo al papel de materiales que eran buenos para construir sus propios diseños arquitectónicos, nos entendía, nos amaba, quería vernos haciendo lo mejor. Nuestra profesión puede ser  aterradora, pero él se deshizo del miedo. El malestar es útil, pero el miedo es paralizante. Cuando rodamos bajo su dirección, sólo teníamos que dejarnos ir «
Madeleine Renaud en «Le ciel est à vous» dirigida por Jean Grémillon
Madeleine Renaud

Sin embargo, durante su encarcelamiento, Lise ha recurrido a una vida de prostitución y junto a su proxeneta, André ( interpretado por Julien Bertheau) tiene un plan para obtener suficiente dinero y escapar de vida actual. Cuando Victor llega a París, comienza a reconstruir su vida y encuentra trabajo, pero desconoce la  vida que lleva su hija y del peligro en el que se encuentra. Cuando su hija puede ser acusada de asesinato, Víctor encuentra la oportunidad de redimirse salvando a su hija mediante su propio sacrificio.

 En La Petite Lise, hay muchas escenas de gente trabajando, y hay una breve secuencia que muestra París por la mañana: las luces de los clubes de neón, los barcos que cruzan el Sena, los trabajadores de la construcción, los coches y los camiones en una calle arbolada. La escena ofrece una muestra del París moderno, industrial, y un pequeño detalle de sus consecuencias: un vagabundo durmiendo en un banco.
La pobreza de los personajes de La Petite Lise hace referencia a una pobreza eterna y legendaria, transmite la sensación de que Víctor y Lisa son víctimas de su propio destino, que su caída e imposibilidad de reinserción no es culpa de nada, ni de nadie. La película se siente inusualmente comprometida con sus personajes principales y nunca emite un juicio sobre ellos, presentando su confusión moral con franqueza e, incluso, con simpatía

 Otro hecho que caracteriza el cine de Gremillon es el manejo del sonido. Parece como si el director pensara que una ventaja del sonido es poder hacer cosas, como sustentar un plano en base a los diálogos sin tener necesariamente que mostrar sus rostros. Del mismo modo el esperadísimo y emotivo encuentro entre padre e hija aparece fuera de plano y solo lo escuchamos por los diálogos entre ambos.

 Se ha dicho en alguna ocasión que rara vez un cineasta ha amado el humo tanto como lo hizo el director Jean Grémillon. La Petite Lise está llena de él: en las habitaciones, entre las paredes de la prisión, las calles de la ciudad y los espacios públicos. Para Gremillon el humo parece su musa, su maestro y actor principal que se regenera  y desaparece rápidamente, tanto en la atmósfera como en el corazón y la mente de sus personajes oprimidos.

En la prisión de Cayenne, prisioneros rodeados de humo
El humo es un protagonista más del cine de Grémillon
Nadia Sibirskaïa interpretando a Lise
 Nadia Sibirskaïa interpretando a Lise 
 Nadia Sibirskaïa interpretando a Lise y André interpretado por Julien Bertheau
Escenas del cabaret de Jazz en el momento de la detención
Director: Jean Grémillon
Guión Charles Spaak

Fotografía: Jean Bachelet (B&W)
Música: Roland Manuel

Productora: Pathé-Natan
Reparto: Pierre Alcover, Joe Alex, Alex Bernard, Julien Bertheau, Raymond Cordy, Lucien Hector, Alexandre Mihalesco, Pierre Piérade, Nadia Sibirskaïa, Ernst Léardée  

 

"Bajo los techos de París" de 1930 dirigida por René Clair

La llegada del cine sonoro supuso una gran revolución en la industria cinematográfica mundial, pero en Francia fue especialmente relevante ya que surgieron un gran número de cineastas independientes, que experimentaron con la imagen y el sonido. Dos grandes precursores de un nuevo vanguardismo fueron René Clair y Jean Vigo, que ejercieron una influencia directa en los inicios del llamado Realismo poético francés.

Si la irrupción del sonido en el cine supuso un gran cambio en el modo de concebir el cine, no fue menos importante la influencia de la realidad política y económica que se vivía en la Francia de entreguerras. Las fuerzas de la izquierda tras las grandes derrotas que ésta había sufrido en Europa Occidental durante 1933-34, formaron una coalición de partidos políticos afines llamado Frente Popular (Front populaire) y que gobernó en Francia entre 1936-1937.

Las características que definieron el movimiento del Realismo poético francés, no son solo consecuencia de las influencias culturales de principios del siglo XX y su impulso creativo, sino también de la necesidad de utilizar el cine como un medio para expresar ideas de carácter político y social, que tuvo un gran  desarrollo bajo la supervisión y tutela del Frente Popular.
Las influencias culturales que contribuyeron decisivamente en este movimiento cinematográfico, fueron fundamentalmente:
La literatura naturalista de finales del siglo XIX y que nace como contrapunto al romanticismo y cuyo principal impulsor fue Emile Zola. Se caracteriza por la ausencia del libre albedrío, resultado de la suma del determinismo genético y la influencia del medio ambiente.
El vanguardismo cinematográfico transgresor, como el dadaísmo de René Clair o Picabia  y el surrealismo poético de Jean Epstein o Jean Cocteau.Movimientos muy imaginativos, claramente antidogmáticos y transgresores.
El expresionismo alemán, nacido de la incertidumbre política y moral de la década de los años veinte en alemania. Como resultado de dichas influencias, se fueron definiendo los principios generales del realismo poético como movimiento cultural en el cine que agrupó a varios directores. Los aspectos fundamentales son:
Al igual que los films expresionistas de los años veinte, casi todos los escenarios son urbanos, la mayoría situados en  París (aunque exista algún ejemplo en las colonias) concentrados sobre la misma idea de la ciudad y de los cambios que se están produciendo. Esta es la faceta más “realista”, la ciudad como la personificación del vicio, con calles deformes y arquitecturas torturadas.
Las películas nos muestran una atmósfera lúgubre y pesimista, con una iluminación repentina de las calles que son brumosas, ensombrecidas y bañadas por un entreluz que se sitúa siempre al amanecer o al atardecer. Es un periodo que dió grandes directores de fotografía como: Armand Thirard, Eugen Schüfftan, Curt Courant, Claude Renoir, Jules Kruger  o André Bac.
Otra de las características del movimiento realismo poético se encuentra en la utilización de decorados.  La reconstrucción de la realidad en los estudios otorga a las películas de éste período un extraño halo irreal, imprimiendo a las imágenes una estética visual que ayuda a añadir un cierto lirismo al pesimismo de las películas y a su lúgubre mirada.Para ello los directores contaron con la ayuda de grandes decoradores como Alexandre Trauner de origen húngaro y  el director artístico Lazare Meerson.
La importancia del diálogo: Gran parte de las escenas son  filmadas para servir a estos diálogos, en el sentido en que la palabra y la idea expresada verbalmente, se convierte en el centro de atención. Existieron varios autores fundamentales en éste movimiento: los guionistas y dialoguistas Jacques Prévert y Henri Jeanson, el guionista belga Charles Spaak y el escritor y productor Marcel Pagnol

Son característicos los personajes malditos, representantes de una clase social baja, obreros, artistas o individuos marginales, pero sobre todo marcados por un fatalismo del que no pueden escapar. Lo que busca es poetizar esa realidad cotidiana de dichos personajes, de forma que el lirismo nace de la propia realidad y no de su manipulación. No se trata de estetizar una realidad gris sino de plasmarla, de hacerla patente  y buscar en ella la esencia de las cosas y del momento. En las historias del realismo poético subyace en todo momento un gran sentido de tragedia cotidiana.

Las calles de París recreadas en un estudio

Aunque Bajo los Techos de París (Sous les toits de Paris, Francia, 1930),no fue la primera cinta sonora francesa propiamente dicha, sí es el primer musical de René Clair y la película que situó al director en el panorama cinematográfico internacional. El film fue famoso por el uso del técnico del sonido y su elevado valor artístico. En el cine francés durante la década de 1930, la relación entre sonido e imagen encuentra un punto importante para la experimentación, siendo de gran influencia en el movimiento del realismo poético.

Es un film de gran importancia por sus diálogos, por el uso del sonido ambiente y, como no, por la música.

La película comienza con un original plano secuencia de casi dos minutos, donde la cámara montada en una grúa, se desplaza por los techos de la ciudad hasta alcanzar un primer plano de la calle. En ella vemos a un grupo de personas cantando “Bajos los Techos de París”. Mediante este moderno travelling, Clair nos muestra las modestas viviendas y estrechas calles de un barrio de París y cómo el sonido va aumentando de volumen a medida que la cámara se acerca al grupo de cantantes callejeros. Aunque la totalidad de la película se filmó en un estudio, nos transmite un ambiente humilde donde se mezclan, personas de extracción modesta, migrantes, pequeños rateros, rufianes y artistas.
A pesar de que la historia pueda parecer bastante sencilla, la forma de contarla es realmente innovadora y envolvente.

El director sabe alternar la música, los sonidos ambiente para destacar cada situación y todo lo que nos cuenta con los silencios.

El argumento se basa en un guión del propio René Clair, donde  Albert (Albert Préjean), un cantante callejero que se enamora de Pola (Pola Illéry), una inmigrante polaca. Sin embargo, Pola  está siendo acosada por Fred ( (Gaston Modot) que es jefe de una banda de gansters y chulo de algunas chicas. Albert y Pola inician una relación, hasta que por una trampa preparada por el ganster, Albert es encarcelado. Mientras el cantante permanece en la cárcel, Louis, su mejor amigo, empezará a cortejar a Pola. Es curioso que los dos amigos se jueguen la posibilidad de salir con Pola a los dados, como si la relación entre ello estuviese muy por encima del amor por Pola.
La puesta en escena de Clair es muy original y los desplazamientos de la cámara a través de un tragaluz del edificio donde vive Pola, nos permite atisbar lo que sucede en casa de cada vecino y de qué manera la pegadiza canción “Bajo los Techos de París” pasa de un piso a otro al ser cantada o tarareada, al igual que imitaría Rouben Mamoulian en 1932 en la película “Love me Tonight “.
Los tejados de París desde lo alto de una grúa en un decorado
 Albert Préjean y Pola Illéry  los protagonistas
Una magnífica fotografía de Georges Périnal y Georges Raulet
 Albert Préjean y Pola Illéry  los protagonistas
Una pelea junto a las vías de tren que se aprecia por el sonido del tren

René Lucien Chomette nació en París el 1898, se crió en el barrio de Les Halles en París.En su época de estudiante, se hizo amigo de Jacques Rigaut, poeta surrealista perteneciente al movimiento dadaísta, obsesionado con el suicidio. En 1917, fue reclutado como paramédico y en 1918, se convirtió en un periodista en Intransigeant bajo el seudónimo de René Després.
Poco después trabajó con actor en algunas películas y eligió el nombre artístico de René Clair. Pronto empezó a escribir el guión de la que sería su primera película, un interesante mediometraje de ciencia ficción de 1923 “Paris qui dort” , donde ya se asentaron las bases del estilo de su obra posterior: sensibilidad, emoción, ingenio e imaginación, sentido del humor e ironía, fantasía, lirismo, capacidad de observación, sencillez y una gran humanidad.

«París qui dort» película silente de 1923 
Escenas sensacionales del París de 1923 

En 1924 realizó un corto para que se proyectara en el entreacto de una obra de teatro. El film de inspiración dadaísta y que se llamó “Entreacto” contó con la colaboración de Erik Satie en el apartado musical, y del mismo Picabia . El estreno creó un sonado escándalo que le dió a René Clair una gran notoriedad frente a la intelectualidad y los ambientes vanguardistas del París de la época.

«Entreacto» de 1924 imágenes de una bailarina
«Entreacto» un corto dadaísta de René Clair

Después del fracaso de su película “El último millonario” (1934), René Clair aceptó la oferta que le hace el conocido productor Alexander Korda para trabajar en Londres. Cuando intentó regresar a Francia, la guerra estaba a punto de estallar en Europa y marchó a Estados Unidos, donde fue muy bien acogido por la industria de Hollywood. Su marcha y el prematuro fallecimiento de Jean Vigo, dejó huérfano el movimiento del Realismo poético, que tuvo que reinventarse.

René Clair durante el rodaje de «París qui dort»

FICHA TÉCNICA:

Director: René Clair

Guión : René Clair

Fotografía: Georges Périnal y Georges Raulet

Música: Raoul Moretti, René Nazelles

Productora: Films Sonores Tobis

Reparto: Albert Prejean, Pola Illéry, Gaston Modot, Bill Bocket, Edmond T.Gréville, Raymond Aimos, Paul Olivier, Thomy Bourdelle, Jane Pierson.